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que no cesaba de
dar á
los
Pie~s
del
.
Salvador~ ·
El Publicano no se
atre–
via
.a
levantar
los ojos al Cielo:
ésta no
se atrevía
á
tener la
cab~za ~
levantada.
Inclinada , postrada,
:?~batida
con
todo ·
su cnerpo
á
los
Pies de
Jesus,
no
dexa de
llorar,
porque no cesa de·
.~ amar.
Digamos
nosotros
con el
mismo espiritu ,
y
lamentos que ella:
Perdonanos nues–
tras
deudas.
Asi como
nosotros perdonamos
d
nuestr_os
deudores.
Esta es la cari–
dad fraterna ,
el
amor del proxi-
, mo.
Debemos unirnos
a
nuestros
hermanos , sin que nos lo
impidan,
ni
aun
las
ofensas que .nos
hayan
hecho. Nosotros los
perdooan1os,
o
Señor ,
como.
queremos que Vos
nos
perdoneis ,
con la misma efl-·
ca~ia
,
y sincerid?d·
Nada ños re–
servamos,
asi como no queremos
que
V
os
nos
reserveis
nada. Los
amamos
como
queremos
·que Vos
nos ameis.
T
no nos
dexes cagr en la
tenta–
cton