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tado y disolver el Senado, á lo que nunca ha estado ni estarla dispuesto por
que ha creido que debia salvar y conservar
el princijnºo de autoridad en
toda su estension,
segun lo manifestó en la nota de 24 de Noviembre que
es el punto de partida de esta negociacion, no encontraria concurso de opi–
nion ni elementos de fuerza para practicar tal acto .
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Escuso, pues, esponer las razones y consideraciones de otro órden, en
que el Gobierno Oriental funda su resistencia á aceptar las cláusulas 9•
y
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que es su consecuencia, porque no profeso las mismas opiniones y no tengo
por qué hacer ese sacrificio, desde que no es posible oponer una dificultad
mas perentoria que la que se funda en Ja imposibilidad moral y material de
hacer efectiva una de las cláusulas pactadas.
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Aunque no tan fundamentalmente, ha sido otra dificultad para la ratifi–
cacion de la Convencion de Paz, lo acordado respecto de las J efaturas
Políticas-sobre lo cual omito estenderme desde que la primera y fundamental
dificultad subsiste y no veo posibilidad de allanarla.
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En efecto, Sr. Ministro. en el interes de escusar á V . E. nue7as moles·
tias, no obstante que me consta la buena voluntad con que sabe sobrelle–
varlas en atencion al patriótico y humanitario propósito que tuvo en vista el
ofrecimiento de la mediacion ó interposicion del Gobierno Argentino, me he
aproximado á los señores comisionados del J efe Militar de la Revolucion y
con el mas profundo pesar lo digo; he adquirido el convencimiento de que
no es dado alimentar esperanza alguna respecto á la posibilidad de llegar á
un acuerdo definitivo que haga desaparecer las dificultades que obstan á que
el Gobierno Oriental apruebe la Convencion de Paz firmada en esta ciudad el
IO
del corriente.
>
Los Sres. Comisionados me han manifestado que la cláusula novena es
condicion indeclinable de la negociacion, y que sustancialmente no puede mo·
dificarse; que ese fué el punto de partida que tomaron, dando esa inteligencia
á la nota de 24 de Noviembre y que esa cláusula es la negociacion misma.
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Ha sido infructuoso que les haya demostrado que el Gobierno Oriental
combatió siempre á la revolucion en nombre del principio de autoridad y de
la legalidad que entendia rep resentar, consignando esas propios declaraciones,
y haciendo esas espresas reservas en la citada nota que hoy se invoca de
parte á parte, para
sost~ner
y
resistir la cláusula 9• de la convencion de paz.
e Ha sido por fin infructuoso que haya apelado al patriotismo de esos se–
ñores, hablándoles en el lenguaje que me lo permiten mis convicciones indi–
viduales sobre un punto en que he discutido siempre en principio con el
Gobierno Oriental, y con los que se han empeñado en sostener la legalidad
del actual órden de cosas, prefiriL ndo la bandera de una legalidad contestada,
á una apelacion extraordinaria al pais como medio de fundar sot>re bases in–
discutibles un nuevo órden de cosas que pusiese término á tantas disidencias
internas, y abriese nuevos horizontes á las luchas de los partidos orientales en
terreno mas fecundo para la consolidacion de la libertad y del órden.
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Desesperanzado, pues, de obtener la modificacion de esas cláusulas, moral
y
materialmente inadmisibles, yo daria por terminada mi mision, si los respe-
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