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rez cuando formó lo cuadros d
infantes
é
hizo replegar sobr e
ello
lo
poco
caballo que alvó del primer ataque, habién–
dose desi tido de hacerlo, no ob tante la
inmen as ventaja
que aquel hecho hubiera proporcionado porque pareció cruel
é inhumano.
Sin em
go, otro
oldado m no
e crupulo os, ó quizas
fias humanos, por que creyeron que a i evitaban la efusion de
sangre, le prendieron fuego á un rancho que existia en el campo
de batalla y adonde
e habian guarecido varios infantes de
las tropas de uarez, peleando de de allí á lo d esesperado.
Los infante , entre morir quemados ó caer prisioneros, opta–
ron por e to último, entregándose á di crecion á sus enemi–
gos, los que, compadecidos de su triste
ituacion, no solo les
respetaron las vidas; sino que les dieron coraje
y
los trataron
con toda clase de consideraciones.
En el momento que unos escuadrones de caballeria enemi–
ga cargaban á
lo
pobre
infantes
r evolucionario
acuchi–
llándolos sin piedad, despues d e hab e r sido casi diezmados por
las infanterias, uno de los clarines de la legion Catalana, es
arrojado al suelo por un bote de lanza que le dá un soldado
de caballeria, abandonándolo despues por creerlo muerto ó he–
rido gravemente y porque tenia que seguir la carga de su es–
cuadron.
Pero el astuto
corneta
n o babia sido ni siquiera herido;
y
como
crey~ra
necesario hacerse el muerto para lograr escapar
de los nuevos enemigos que se arrojaban sobre s u cuerpo
avanzando siempre hácia sus compañeros, asi lo hizo tenien–
do que mantenerse en esa situacion hasta que llegó la noche
pues el ejército d e
uarez campó en aquellos alrededores, con–
siguiendo huir del campo de batalla auxiliado por las tinieblas
y
arrastrándose como una serpient e por largo espacio de tiempo.
Al dia siguiente, corriendo mas bien que caminando toda la
noche, se incorporó al ejército revolucionario completamente
ileso y hasta contento por haber corrido aquella aventura.
Ya sea por la calidad de la pólvora del ejército gubernista, ya
sea poi la posicion elevada que ocuparon las infanterias de Apa–
. ricio despues del primer ataque, ó sea por lo que fuese, el hecho
es que la mayor parte de los infantes revolucionarios fueron he–
ridos en las piernas y hasta en los piés.