Table of Contents Table of Contents
Previous Page  320 / 840 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 320 / 840 Next Page
Page Background

-

270

-

necia á las fuerzasnacionalistas,lleváronse muy buenos chascos,

costándole á mas de uno la muerte ó heridas, y á todos tremendas

corridas y sustos. Entre los heridos cayó tambien el Coro–

n el Villasboas, que recibió un lanzazo en el cuerpo al querer–

se defender en el momento que fué sorprendido.

Este escuadran se mantuvo allí hasta la terminacion de la

batalla, siendo completamente deshecho en la retirada de los

revolucionarios por Pampillon y Juan Antonio Estomba que lo

cargaron simultáneamente con sus escuadrones, llevándolo so–

bre unos cercos y zanjeados que no pudieron salvar.

Muchos de los soldados revolucionarios penetraron hasta el

centro del cuadro donde se habia parapetado el General Suarez

con su escolta, llamándolo á este á grandes voces para que vi–

niera á medir sus armas personalmente con ellos.

Pero quien los recibia no era el General sinó su escolta, la

que se concluyó casi toda en estos combates tan enormemente

desiguales para los nacionalistas que solos, á pié, rodeados com–

pletamente de numerosos enemigos, vendian cara su vida, pe–

leando como unos leones hasta exhalar su último aliento.

Un pobre

tape,

soldado revolucionario que ·cayó prisionero

en las guerrillas, despues de haber estado gritando que saliera

á pelear con él

Gayo

[eta,

como le decian al General Suarez,

fué llevado á presencia de éste, diciéndole el conductor lo que

momentos antes habia dicho aquel infeliz. Suarez encarándose

con el prisionero le pregunta como se llamaba él, y el

tape,

sin

turbarse:-El señor Brigadier General D. José Gregario Suarez,

le contesta,-No, le replica Suarez; yo no me llamó así. Tu

mismo hace un rato me dabas otro nombre, que es el que quie–

ro que me digas en seguida gaucho fascineroso!

Por supuesto, por nada se le pudo arrancar al pobre diablo

el nombre que se le pedia: y entonces el mágnanimo General,

furioso como un tigre, mandó que lo degollaran allí mísmo, ante

su omnímoda presencia.

El fuego, ese elemento terrible de destruccion, desempe·

ñó tambien su papel en la revolucion del 70.

En Soriano, ya hemos visto que se le prendió fuego á los es·

terales y al monte, operacion que tambien se quiso hacer en el

Sauce con los trigales que circunvabalan al ejército de Sua·