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" Nuestros batallones de infanteria, al mando de distinguidos jefes, han he–
cho esfuerzos singulares de valor.
" La artilleria segundó vigorosamente el ataque, haciendo disparos tan con–
tinuados como certeros sobre las filas enemigas.
" El triunfo alcanzado en la jornada del
25,
no ha sido completo, sin
embargo, repetimos. E l enemigo amparado en posiciones ventajosas, con el
grueso de su infantería, pudo quedar dueño del campo, porque nuestra caba–
lleria se distrajo en la persecucion de los enemigos fugitivos que se dispersa–
ron en todas direcciones y algunos de los cuales llegaron hasta Montevideo
esparciendo á su paso el pavor de la derrota entre los suyos.
" La infantería enemiga que se víó obligada á formar cuadro varias veces,
quedó diezmada. Su caballeria, compuesta de
800
á
I•lOO
hombres, fué bati–
da y deshecha, no quedando en el campo mas de
50
h ombres de esa arma.
" El enemigo ha tenido mas de
500
hombres fu era de combate. Nuestras
bajas no alcanzan á
200
hombres.
" Tenemos que lamentar algunas pérdidas dolorosas.
" El Coronel D. Antonio R odríguez, los Tenientes Coroneles D. Isidoro
Guzman y D. Isidoro Perez, han caído al pié de su bandera cumpliendo no–
blemente con su deber. Algunos oficiales de mérito, J\foreno, Anavitarte, Mo·
rosini, Golfarini, Lujan , han caido como valientes, legando un digno ejemplo
á sus compañeros de causa. L a historia de la República recogerá sus nombres
para inscribirlos en las pájinas destinadas á conmemorar los sublimes sacrifi–
cios.
" Jefes, oficiales y soldados, todos han cumplido su deber. Pero injustos
seríamos si no designáramos particularmente al General Muniz, que supo ele·
varse á la altura del h eroismo en la jordada del
25.
A su lado en los mo·
mentos de mayor peligro, vió agruparse á jefe5 prestigiosos y valientes que lo
secundaron poderosamente.
" El Brigadier General don Anacleto Medina, parecia rej uvenecido, en el
combate. Su admirable espíritu, su serenidad y entereza se comunicaba á sus
soldados.
" El General D. lnocencio Benitez, se mostró como siempre en el combate,
intrépido
y
sereno.
" El General Egaña, herido en la jornada del 29 de Noviembre, en la
Union, apenas restablecido, montó á caballo el
25
y fué'uno de los primeros
en el ataque. H erido otra vez, pero levemente de un lanzazo, fué respetado
por las balas que atravesaron su puncho.
" El General don L esmes Bastardea, herido tambien en la Union, no faltó
á la cita de honor, y fué el mismo hombre de todas las batallas anteriores en
que su nombre ha conquistado una merecida celebridad.
" J efes, oficiales y soldados, todos han cumplido con su deber! Muchos
nomb~es
se escaparian á nuestra pluma y quisiéramos inscribirlos en esta pá–
gina que será leida con avidez en toda la República y tendrá á no dudarlo
una inmensa circulacion. Pero ¿como designar unos cuantos hombres en un