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via con fuerzas y elementos de sobra para haberlo rechazado.
Sino hubiera sido así, apesar de las recomendaciones que
dice el General Suarez tenia del Presidente de la República
para no comprometer una batalla sin haber recibido los refuer–
zos que esperaba, la hubiera librado seguramente, como eran
sus mas ardientes deseos, antes que ir
á
encerrarse de
motu
propio
en un punto de donde solo la o-ran suerte y la ciega con–
fianza del adversario lo pudo haber sacado ileso.
Este hecho de graciado, que babia de ser aciago
á
la causa
nacionalista, carece de disculpa ni atenuacion bastante para sal–
var la responsabilidad del jefe sitiador, cuyo descuido, negli–
gencia ó como quiera llamarse, no solo le impidió el haberse
apoderado del ejército de
uarez en el cual babia entrado la
desmoralizacion, sino que permitiéndole
á
éste sacar intactas
sus fuerzas, que nadie persiguió, pudo acercarse
á
Montevideo,
recibir refuerzos de todo género y librar luego con inmensas
ventajas de su parte el combate del
auce que dió por tierra
con los triunfos que ha ta entonces babia obtenido la revolu–
cion.
Serian las 10 ú 11 de la noche. El General Suarez pone en
movimiento todas sus tropas, haciendo marchar el grueso de
ellas sobre el costado izquierdo de Aparicio, por la falda mis–
ma de las sierras. Al mismo tiempo manda algunas lijeras
di–
visiones de caballeria
á
llamar la atencion sobre el costado
derecho y un estremo del centro del ejército sitiador, en cuyos
puntos se produce un fuerte tiroteo con las avanzadas de los
revolucionarios.
Creyeron estos en el primer momento que se trataba de al –
guna sorpresa
á
sus guardias avanzadas, lo cual se había inten–
tado por el mismo costado en la noche anterior, a i fué que no
se le dió gran importancia
á
la operacion y volvió en seguida la
tranquilidad
á
los ánimos un momento alterados.
Mientras tanto el General
uarez avanzaba y seguia avan–
zando sin dificultad ha ta encontrarse con el estremo del cos–
tado izquierdo de la línea de los sitiadores y entonce las caba–
llerías que habia desprendido cesaban de hacer fuego y corrían
á
todo galope
á
buscar la incorporacion del ejército gubernista,
como lo verificaron sin tropiezo.
Al llegar
á
la estremidad izquierda de las fuerzas de Aparicio,
fu eron descubiertos por el escuadran del Coronel Pintos Baes
que
estab~
de servicio, el cual los hostilizó vivamente rompien-