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dos cuerpos de estrangeros voluntarios, italianos uno, que man•

dó Marconsini, y de Catalanes el otro, cuyo jefe fué el Coman–

dante Carreras de la misma nacionalidad. Los otros batallones

fueron mandados por dife rentes jefes ori entales: Chalá, Basa–

ñez, Guruchaga, Arrue, Co rtina, Amilivia, Layera, Fernandez,

Estomba, Visillac, Susviela, Nin Antuña, Francisco Martinez

y

otros; componiéndose todos ellos de dos brigadas de 400 hom–

bres cada una, bajo las inmediatas órdenes del General Bastar–

rica. De los nombres de los batall ones que hubo durante la re–

volucion y que r ecordamos, ci taremos al batallan fTreinta

y

Tres..i

«

Laballeja

»

«Union » «5 de Marzo» «Trinidad ) «20 de

Setiembr e » «Fidelidad» «Artigas ,> y las legiones «Italiana»

y

«Catalanes1> .

La infantería por turno protegida por las caballerías, que tam–

bien se turnaban por divisiones, divididas es tas á su vez por de–

partamentos, hacían el servicio de guerrillas avanzadas.

La gente de los Generales Aparicio y Benitez ocupaba el

lado izquierdo y el derecho las fu erzas de los Generales Medina

y Muniz, haciendo indistintamente el servicio de la lín ea. El

General Aparicio con su Estado Mayor, dirigido alternativa–

mente durante la r evolucion, por los Generales Moreno

y

Oli–

vera y por los Coroneles Vill asboas, Mernies

y

Coronel, estaba

situado en el circo de las carreras en Marañas, las avanzadas

revolucionarias llegaban casi desde el primer dia, por el Buceo

hasta el paraje llamado «La Aldea, » por el camino real de la

Union hasta lo de «Sorchantres, » por el Cerritoála «Figurita,,>

y

hasta el «Mirador de Suarez » por el paso del Molino, sin con tar

las guardias que se hacian diariamente por la Teja, la costa del

Cerro y el Buceo para vigilar cualquier desembarco que pre–

tendiera hacer el enemigo. Las infanterías estaban en el pueblo

de la Union, ocupando la plaza de Toros y el Colegio; encon–

trándose tambien en el primero de estos puntos . la artillería,

mandada por el General Egaña

y

el Coronel Maza.

Jamás ejército alguno en nuestro país fué tan visitado por dis–

tinguidas damas como el ejército revolucionario del 70 : concu–

rrian por centenares diariamente.

P ero esto se espli ca sencillamente : militaban en él, por una

parte, la juventud mas selecta de Montevideo

y

los principales

jóvenes de los departamentos de campaña, emparentados unos

y

otros con la principal sociedad montevideana;

y

por otra

part~

era inmensa la simpatía

y

entusiasmo que habían desper-