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guramente a un violín. Como otras, refleja la influencia de la mllsica de

teatro y se en cuen tra en ella un tipo de a compañamiento semejan te al de

otras de la".> piezas examinadas. Son muy curiosas las séptimas consecuti–

vas que, proba blemen te por desconocimien to y no por a udacia técnica, por

cierto, se escuch an frecuen temente en esta tonadilla.

N • 16.-

"CACHUA A VOZ Y BAJO AL NACIMIENTO DE CRISTO NUESTRO SEiiiOR"

Manuscrito signado con el N•

E.

177. En la última parte de esta pieza

aparece una segunda voz que no ha ce sino reforzar la primera, con el mis–

mo texto en ambas, que se limita a repetir la"3 pala bras "qui lla lla", como

es:ribillo, después de la parte cantada por la primera voz. En la melodia de

esta última, concebida den tro del estilo del villancico espa ñol, se encuen–

tra, una vez más, la sincopa característica de muchos de los can to:s a n tes

examinados y que pa rece ser un indice de influencia local, ya que en los

modelos

españolE<~

no se encuentra, por lo menos con tal frecuencia.

N ° 17.-

"CACHUA A DUO Y A QUATRO CON VIOLINES Y BAJO AL NACIMIENTO

DE CHRISTO NUESTRO SEiiiOR"

Manu~crito

signado con el N• E.

176.

Sobre un texto de evidente sabor

popul ar o indigena parece que, en esta pieza,

un músico profesional ha

compuesto una obra culta, como es de verse de la manera de trata r los

violines, cuando acompai1a n al duo de las primeras voces. En la última pa r–

te intervienen cuatro voces, escrita"6 en la llave usua l a cada una en el si–

glo

XVIII

(llave de Do en primera línea para la primera y segunda; de Do

en tercera para el a lto o contralto-

y Do en cuarta pa ra el tenor ) . La me–

lodia, salvo la3 sincopadas que aparecen en la introducción, no tiene especial

carácter regional.

N• 18.-

Manuscrito signado con el N• E. 180. En esta pieza escrita para dos

voces, la ·segunda alterna con la primera ca ntando un diseño de dos com–

pases siempre idéntico, que viene a cumplir una fu nción de coro o estri–

billo, después é e las frases de la primera voz. Toda la melodia se desenvue!–

ve sólo den tro de la extensión de una quinta, dando la impre'sión de cier–

to primitivismo que la hace curiosamen te semejante a algunas melodias ru–

sas. Es posible que el carácter peculia r de ella derive de la influencia de

los cantos eclesiá:;ticos, ta n frecuente en la música popular , lo que expli–

caría también aquella semejanza. El acompañamiento de "bajo" y tam–

boril, un iforme de principio a fin, afirma el sabor primitivo de la pieza y le

da un valor Indígena que no tiene el ca nto.