El
centurión
S. LUCAS 7
de Capernaum
ficó su casa sobre tierra,
asin
fun-
a
i\!t..
1.
26.
13 Y como el Señor la
vió,
com-
damento; en la cual el río dió con
padecióse de ella, y le dice: No
ímpetu,
y
luego cayó; y fué grande
llores.
la ruina de aquella casa.
14 Y acercándose, tocó el féretro;
y los que
lo
llevaban, pararon. Y
CAPÍTULO 7
b
:-.1r.
c..
.u.
dice: Mancebo, á ti digo,
0
leván-
y
COMO acabó todas sus pala-
tate.
brasoyéndole el pueblo, "entró
e
MI.
S.
15 Entonces se incorporó el que
en Capernaum.
s-ta.
había muerto,
y
comenzó á hablar.
Y dióle á su madre.
2 Y el siervo de un centurión, al
dep.
1.
os.
16 Y todos tuvieron miedo,
dy
cual tenía él en estima, estaba
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3
·
glorificaban á
Dios,
diciendo:
eQue
enfermo y á punto de morir.
Jn.
o.
H.
un gran profeta se ha levantado
3 Y
como oyó
hablar
de Jesús,
fep.L 68.
entre nosotros; y
' que Dios ha
envió á él los ancianos de los
visitado á su pueblo.
Judíos, rogándole que viniese y
17 Y salió esta fama de él por
librase á su siervo.
toda Judea, y por toda la tierra de
4 Y viniendo ellos
á
Jesús, rogá-
alrededor.
ronle con diligencia, diciéndole:
Porque es digno de concederle
o Mt.
u.
esto;
2-19.
5 Que ama nuestra nación,
y
él
nos edificó una sinagoga.
.
6 Y Jesús fué con ellos. Mas
como ya no estuviesen lejos de su
casa, envió el centurión amigos á
él, diciéndole: Señor, no te inco–
modes, que no soy digno que entres
debajo de
mi
tejado;
7 Por lo cual
ni
aun me tuve por
digno de venir á
ti;
mas di la
palabra, y
mi
siervo será sano.
8 Porque también yo soy hombre
puesto en potestad, que tengo de–
bajo de
mí
soldados; y digo á éste:
Ve, y va; y al otro: Ven, y viene;
y á
mi
siervo: H az esto, y lo hace.
9 Lo cual oyendo Jesús, se mara–
villó de él, y vuelto, dijo á las
gentes que le seguían: Os digo
que
ni
aun en Israel he hallado
htanta fe.
h
ver.
50.
10 Y vueltos á casa los que habían
M
t.
9 · 2 ·
sido enviados, hallaron sano al
siervo que había estado enfermo.
11 Y aconteció después, que él iba
á la ciudad que se llama Naín, é
iban con él muchos de sus discí–
pulos, y gran compañía.
12 Y como llegó cerca de la puerta
de la ciudad, he aquí que sacaban
fuera á un difunto, unigénito de su
madre, la cu·at también era viuda;
y había con ella grande compañía
de la ciudad.
12
18 Y sus discípulos
11
dieron á Juan
las nuevas de todas estas cosas; y
llamó Juan á dos de sus discípulos,
19 Y envió á Jesús, diciendo:
¿Eres tú aquél que había de venir,
6 esperaremos á otro?
20 Y como los hombres vinieron
á
él, dijeron: Juan el Bautista nos
ha enviado á ti, diciendo: ¿Eres
tú aquél que había de venir,
6
esperaremos á otro?
21 Y en la misma hora sanó á
muchos de enfermedades y plagas,
y de espíritus malos; y
á
mucho·s
ciegos dió la vista.
22 Y respondiendo Jesús,
les
dijo: Id, dad las nuevas á Juan de
lo que habéis visto y oído: que los
ciegos ven, los cojos andan, los
leprosos son limpiados, los sordos
oyen, los muertos resucitan,
á
los
pobres es anunciado el evangelio;
23 Y bienaventurado es el que no
fuere escandalizado en
mí.
24 Y como se fueron los mensa–
jeros de Juan, comenzó á hablar de
Juan
á
las gentes: ¿Qué salisteis
á ver al desierto? ¿una caña que
es agitada por el viento?
25 Mas ¿qué salisteis á ver? ¿un
hombre cubierto de vestidos deli–
cados? He aquí, los que están en
vestido precioso, y viven en deli'–
cias, en los palacios de los reyes
están.
26 Mas ¿q_ué salisteis
á
ver? ¿un