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éste le dió muerte con la bola con que jugaban. Y esto ocurría

en los primeros años de la conquista.

Por otro lado, aunque los ·indios de la actualidad practican di-·

versas clases de juegos, no podemos considerarlos como supervi·

vencías directas de los auténticos juegos aborígenes hasta que se

practiquen estudios muy profundos que hasta ahora no se han reali ·

zado. Desde la llegada de los españoles, muchos de los juegos

que ellos trajeron consigo, al difundirse con asombrosa rapidez,

adquirieron muy pronto ciudadanía lingüística quechua y aimara.

Vemos así que ya en 161 2 se daba en el Perú el nombre aimara de

chulusita al juego que hoy llamamos en el Perú zapatero, o sea

las chinas en España, la matatena en México y la pallalla en Chile,

que no es otra cosa que el griego pentalita.

Sabemos que rodar

el aro llamaban siticasitha y a los bolos o palitroques les decían

sincusitha en a imara y cincuni en quechua ( 3). Encontramos asi·

mismo que los salvajes del Oriente amazónico juegan en la ac·

tualidad, en sus ceremonias funerarias ,a la gallina ciega y otros

pasatiempos europeos parecidos, lo cual prueba que llegaron hasta

ellos y fue ron adoptados desde hace muchísimo tiempo ( 4).

Esta mezcla de elementos europeos y nombres aborígenes ha

dado origen a muchos errores de interpretación y así nos sorprende

ver que la taba, juego antiquísimo de posible or igen egipcio, ha

sido atribuído con a lguna ligereza a los indios peruanos y bolivia·

nos y se hace derivar su nombre de tahua, p alabra quechua que

representa el número cuatro ( 5) .

Este argumento que n os pare·

(3).-Además de est os tres J'uegos que ya en 1612 tenían nombr e en los

idiomas aborígenes, de'Qemos citar la taba que se decía Ccancallu en aimara;

hacer bombas de j abón, phucuchucasitha; el

j uego de cañas huachichacuy

pucllay ; un juego del Rey reyacchuquiasitha y el ajedrez y el alquer que que

les decían Cumisiña

y

en quechua ttaptani.

(4) .-Ver Karsten, Rafael, Ceremonial gan'les of t he South American In–

d.ians (Helsingfors, 1930, pp. 27 y siguient es)

(5) .-Kar sten en Ceremonial games ... p. 15 sostiene el origen quechua

de la taba. Boma n en Antiquitljs de la region andine T. I, p. 361, Nota 1, in–

sinúa esta posibilidad, pero la plantea sólo como interrogante y Nordenskiold en

Spiele und Spielesachen

im

Gran Chaco und

in

Nordamerika, "Zeitschóff.

í iir

Ethnologie,'' 1910 Heft 3

y

4 pág. 340, hace eco a la suposición de Boman.

También Vicuña Mackenna en Historia de Santiago, p. 441 habla de

a lg unos juegos y dice " algunos eran puramen t e indígenas como la ehueca,

las d iversas evoluciones que se hacía con los cocos de las palmas y la t aba

de los carneros . . • ' '

Aunque n os parece demás discut ir el origen de la

taba y

lo absur do

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