Entre los pueblos de eivilización más avanzada el juego en
ciertos casos sobrepasa el interés individual o _meramente recrea–
tivo para llegar a ser una asociación entre jugadores y
espectado~
res. Los juegos olímpicos de los griegos alcanzaron un nivel su–
perior en esta clase de entretenimientos.
Más tarde, el mismo juego puede servir de índice de deca–
dencia, y en la Roma de los Césares los juegos de los gladiado–
res, pasando . de elevado entrenamiento a ser una lucha san–
guinaria, presentan ya las señales inequívocas de los finales de una
civilización. Porque un · pueblo después de haber llegado en estas
actividades a una fraternal convivialidad
y
emulación , está perdido
si, rompiendo el equilibrio en la naturaleza, ya sólo reclama "pa–
nem. et circensis".
Todas estas reacciones es menester estudiarlas a fin de cono–
cernos mejor y, sobre todo, para poder trazar el cuad:co completo
de la humanidad en las diversas épocas de su desarrollo. Por eso
la ciencia actual se afana por investigar el significado
y
el efecto
que esta clase de actividades, como la del juego, pued e tener en el
desenvolvimiento espiritual y físico del niño y en la p siquis del
adulto. Y los nombres de Karl Graos, de Buhler, Froebel, De–
croly y otros modernos hombres de estudio, están Íntimamente
vinculados a estas investigaciones.
Mas esta importancia que hoy se le d a al juego data de tiem–
pos recientes, pues en épocas anteriores, salv o en casos excepcio–
nales, parece que se estimaba el juego como pasatiempo sin im–
portancia e indigno de ocupar la a tención de la gente seria y
estudiosa. Vemos esta indiferencia en todas p artes, al punto de
que, obras deEidas a talentos extraordinarios y a mental idad es de
pionero, como los "Días geniales o lúdricos" de Rodrigo Caro,
escrita a principios del siglo XVII
y
en la cual t raza la historia
de muchos iuegos europeos antiguos, permanece aún inédita en
España, o puede considerarse como tal ( 1) .
(1).-En- los Cantos populares
españole::~
(Sevilla, 1882, T. I , pp. 18 a 39-)
Eranciseo Rodríguez Marín pu blica una not icia, el índice
y
unos f r agmentos
de
es-ta.
obra. Dice que empezó a publicar:.;c en la r evista sevillana "La En–
ciclopedia'' en 1880, pero que se suspendió su publicación. Vemos en Bosque–
jo de una introducción al Folklore por Raúl Cortazar (Tucumán, 1942 ) , que
fué publicada en 1884 en Sevilla por la Sociedad de Bibliófilos Andaluces,
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