L' A .CATEDRA
histo.ria nos es· dado · ahora vislum–
brar la, razón por qué. Copacabana
lué tan especialmenre
favor~cida
por
Ma ría .
Ji¡·
tierill'JO pasado en
har.erpreva–
lecer la$ pretensiones .encontradas de
los distiQtos luga res. gue ansiaba n
. · g lonarse con la posesión de .Ja san ta
Efigie, dió ocasión a que la conoc ie-
. se· don Jerónimo Marañón, Corregi–
dor de Copacabana. Verla y sentir
en .s u alma. la emoción que el Pacj re
Francisco Navá rrete, el francisca no
ya atudido, había sentido, fué una
cosa misma. Dispuso, pues, inconti–
nenti q-ue nb se cambiase· por- motivo
alg~mo
el destino primitivo de la es–
tatua,
tom~ nd o
_para ell o prontas y
oportunas med idas. Así es cómo la
auto rid ad españo la vino a colilfirmar
el designio soberano, y desde enton–
ces se ftmdió en ·el amo r a Ma ría la
piedad
de
ind ígenas y peniñsulares.
E l
2
.de febre ro de
1583
la V irge n
Santísima hacía su entrada triu'nfal
en Copaca b'ana. Bastó que se des –
cubriese la ·Imagen sa nta para que
la opesición indígena desapareCiese,
como la niebla ante la rosada luz de
la aurora.
Y.,
conquistado el amor
-del pueplo, María aseguró su fe1'vor
y gratitud , empezando la se1'ie de
prodigios que han señalado su espe–
c-ia
1
favor.
El
Santuari·o
De pequeñas dimensiones era la
iglesia, humilde el trono en que posó
primeramente la a ugusta Imagen . Se
amplió, pues, la capilJa, se construyó
un buen retablo que fúese como en–
gaste del trono, y .se cubrió la sen–
cilla y artística vestidura labrada por
Yupanqui con amplio, ri quísimo ro–
paje, de preciosas· _telas, cie primoro–
sg borda?o,
y
esmaltado con finas y
v¡stosas JOyas.
Entretanto la devoción crecía. Ya
no era Copacabana con su distrito
ni solas las comarcas vecinas, las
qu~
acudían a venerar a la santa Imagen.
De los cuatro ámbitos del antiguo y
5
derrocado
Imp~rio,
afluían, en jnmen–
sas· caravanas: conquistªdores y con–
.quistados, indios y españoles, a ve–
nerar a la Madre común de los hom-
bres e impl<:>rai- süs gracias. El tem–
pl o resultaba pequeño para tanta mu–
chedumbre. Los PP. Agustinos t-ra–
zaba n grandes planes, sin .tener po–
sibilidades de ll evarlos a la práctica.
S_i .afluían prec iosos exvotos para en–
nquece l: el camarín, que perpetuasen
la gratitud
y
~ l
nombre de! don an te,
no era fácil encontrar un acaudalado
sufi cientemente generoso para que·
e mprendies~
y
llevase a -cabo· la
obr,~,
. coronándota con su escudo de armas,
según el estilo de la época. Sí las
limosnas eran entonces abundantes,
no lo eran las colectas , que hoy lla–
mamos- suscripc;iones, pa·ra obras de
gra nde aliento, que se cumpliesen
bl:ljo ·el -pa trocin io anónimo d_el pue- ·
bid.
.
.
Cúpole al conde de Lemus, Vi rrey
a la sazón del .Perú, satisfacer el cla–
mor de la devoción. Durante su vi - .
r.reinato y por su
intlu~o
se comenzó
la construcc ión del templo de la
V
ir- ·
gen y de los edificios que le están
ane~os.
Su maciza fábrica
~e
cal y
ladnllo ha resistido v.ictoriosa las in- -
jurias del tiempo. A la distancia pre–
senta un aspecto de soberbia g ran–
deza, con sus vastas proporciones,
sus numerosas cúpu las revestiá as de
azulejos, con el grande a rco de la
entrada ptincipal
y eJ
almenado mu–
rallón qu_e forma el recinto del ce-
menterio.
·
El cementerio es un cuadTa_do de
86.60
Ir!·
de lado. En cada ángulo se
levanta una capilla de iáéntico estilo
y solidez que el · templo,
y
a l centro
del la-do derecho de la entrada se
admira el· esbelto templete delas
tres
cruces,
sobre la cornisa de cuya cú- ·
pula veíanse grandes estatuas de los
d<Jce apóstoles.
El templo tiene la forma de cruz
latina, midiendo 62 m. de largo por
11 de anébo y l!l de alto. El interior
de la cúpula, o media naranja, es de
estilo bizantino, del barroco la. cor-