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su testimonio, o tan sólo un producto de la imaginación?

¿Por qué los demás cronistas guardan silencio, y nada dicen

acerca del terrado sobre el que estaban en Coricancha Jos

aposentos del Sol?

El que el sol naciente reflejara sus rayos en la áurea

imagen de Punchao, es un rito incaico, del que abundan tes–

timonios fidedignos; lo mismo puede decirse de la usanza de

llevar al idolo por las noches a otro lugar, para que durmie–

se con las mamaconas, .v no faltan autoridades que afirmen

que así como el idolo debía recibir los rayos matutinos, tam–

bién era costumbre exponerlo a los del ocaso. Todo Jo cual

supone, por Jo menos, un muro en donde colocar la figura

del Sol, de oro bruñido, que cera tan grande como una bue–

na rodela y de canto y grosor de un dedo ..... todo llano y

sin relieve ninguno•

(1),

que mirase al E; un cuarto donde

pudiera dormir con sus esposas, aquellas que les tocaba el

turno, de las muchaR que tenia en su harén. Si aceptamos

la versión de que también debla recibir Punchan los rayos

del

~ol

poniente, tendremos que admitir que había otra pa–

red vuelta al O.

¿Qué significado religioso tendría eFte rito de exponer el

disco solar de oro a la luz matutina del sol, para encerrarlo

durante la noche, en un Jugar distinto, para que durmiese en

compañía de sus mujeres? El sol para los primiti vos de no–

che, como todos los mortales duerme, para por la mai'lana

emprender nuevamente la cuotidiana marcha; la imágen

áurea de Punchao, adorada por los Incas, seguía los movi–

mientos del astro a que representaba, si

e~to

era así, es evi–

dente que después de mediodía. no se dejaría el disco en

donde estuvo por la mañana, sino que se lo

tra~Jadaría

a

donde pudiera seguir siendo el espejo en el que se reflejase

el sol verdadero.

Cieza de León, sin duda, se refiere a estos dos asientos

del ::lisco de oro, trasmitiendo informes que no comprendió,

cuando habla de dos escaños «que había en aquella pared,

en los cuales daba el sol en saliendo» (2)

Donde dormía el Sol era un cuarto, esto lo sabemos de

cierro. ¿Sería sólo una pared. un escafio, el sitio en que se

colocaba el ídolo al rayar el día? Gutiérrez de Santa Clara

dice terminantemente que era una de las ocho camaras de

Coricancha el lugar en que por las mafianas est"ba el disco,

Y añade que esta cámara tenia una puerta que era alta.

Además, si la imágen debía seguir Jos movimientos del as–

tro, ¿Ja pondrían en las mañanas y tardes lluviosas a la in·

(1l

quliéuez de Santa ClaM.

Op, cit. Vol.

111,

pilg.

44~.

[2]

Cisz(!.

Op. cit. pag. 106,