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un simple muro, sino un terraplén, un resto de la torre de
q'ue habla Morúa.
¿Por qué los demás cronistas, no mencionan particula–
ridad tan notable de Coricancha, cuya belleza todos ponde–
ran, como debió ser la gran elipse? ¿Por qué Morúa la des–
cribe con términos tan inexactos? El templo del Sol, como
el centro de la idolatría del Imperio Incaico, es natural que
fuese obj eto de destrucción sistemático de parte de los caste–
llanos, especialmente el santuario mismo del astro. Ade–
más si el resto de los edificios no estorbarían a los domini–
cos, la elipse era un tropieso grave para las nuevas construc–
ciones, así se la demolió para dar cabida a la iglesia. De
demoliciones posteriores tenemos un testimonio expreso. Se
lee en el Pe. Calancha: «Dicen que el templo del Sol .. .. . .
tenía en vez de cal o mezcla, plata derretida. esto es fábu–
la; lo que yo vide fue, que entre dos piedras, que caían a
la espalda del Altar mayor había como dos onzas de plata
muy baja o estaflo, y en todo lo demás no había un adarme
de plata, muy baja o estaflo,
y
en todo lo demás no había
un adarme de plata, ni de otro metal. Deshízose este edifi–
cio para pasar la capilla mayor, y no se halló un grano en
todo él• (1).
Pero otras destrucciones anteriores, debieron haber vuel–
to muy pocos años después de la llegada de Pizarro al Cuz–
co, casi inconocible esta parte del edificio. La riqueza de
Coricancha rayaba en Jo fabuloso. más no le iba en saga la
codicia de los conquistadores, tan
tenaces para buscar oro
como largos de mano para gastarlo.
¿El terraplén de la
elipse no les incitaría a buscar escondidos tesoros? Y no
los buscarían sin provecho, ya que periódicamente se hacian
los Incas el sacrificio de la Capacocha, que consistía en ex–
trangular ;írgenes y mancebos, que con ricas y áureas pre–
ceas enterraban, justamente en la casa del Sol, en la elipse
cuyos restos, no comprendidos hasta ahora se ven tras la
Iglesia de Santo Domingo del Cuzco (2) .
El estudio comparativo del Inca-pirca de Cañar y las
ruinas de Coricancha del Cuzco, no sólo demuestra que aquel
era un templo del Sol, sino que facilita la interpretación de
éstas.
Y aqui deberla terminar este estudio sino se prestase a
algunas consideraciones históricas. La edad en que fue edi-
(l) Cofancha.
Crónica moralizadora del Orden de Sau Agustín
en el Per{t.
Barcelona 1639,
p:ig.
50 l.
(2)
Sarmiento
de
Gamboa.
Geochichte des
l ukareicheo-Herauo·
gegebeu voo Richard Pietacbmann. Bcrlin 1906,
pag.
69; Betanaoa Su–
ma
y
narración de loo lncao.Madrid
·1880
pág. 67:
)lfo•ua.
·Op. cit. pá¡¡, ·
2(5·216.·