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como profunda·, ha n'@eesi'tacl.o la dencia europea,
·especialmente la alemana, para estáblecer la mater–
:nidad del sanscrito, respecto del persa, .del griego,
dellatfn,
d~l fr.a,nc~~~
<;lel iw,Liano; del español, del
portugues,
d-el
1
alem-lin,
·deHhgl'és y de otros idiomas
afines; y aún continúa el paciente estudio de sabios
lingüistas, que pruel;>_a,n ,4)!lG..QIPorar el hebreo
y
o–
tras lenguas semítiéas en la misma familia de las
l,ndo-europeas.
El .q..~sc~bri~i~J1to fe,l1~
<le
unas pocas cente-
. nas de raíces sanscritas, que andan incrustadas,
dirélo así, en vocablos de esas lenguas, pregonan–
do el parentezcQ ill·tltuo
<l~
l;.
ocl.as,ha infundido
en
~m~icanistas
doctos é infatigables, como us–
ted,· la esperanza de dar con.
el
idioma que, por
COI!lRara.cjón:, llamaremos
el
sanscrito de América.
¿Será este el maya
?
Será el nahual, el quiché el
quichq.a.
el aymarit,-el gu,¿p:aní ·ó, ,más bien, algu–
]JQ
de ·lQs aptigups
ó
presentes del Asia, como pa–
r~c~.
probable? Díé!-
vend~á
en que este proble–
:QJ.A.
qu_ede satisfactoriamente resuelto; pues la
..
ci~.Ptia
filológica hace progresos tan sorprenden–
tes, que al fin llegará á descubrir el tronco de
que son vástagos 'todos lo&
idimp.asde la tierra,
~emo.strando,
por el origey único del lenguaje, el·
gép~sis,
también único, de la especie humana .Se–
rá,.
t<!.l
vez, la obra del siglo que hoy principia.
Lo que, entre tanto, no admite duda es que
las lenguas americanas enumeradas hace poco tie–
nen muchos elementos comunes. Resta sólo inda–
gar·
á
cuál de ellas corresponde el derecho de pri–
macía, en el orden de filiación, aunque ella, á su
vez, haya dimanado de fuente asiática.
Cuantos se afanen, como· usted, en recoger
datos, para la acertada solución de esta grave
di-·
ficultad, harán un gran . servicio á la J ingüís.tica,