LOS CRONISTAS DEL PERU
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sus virtudes, como hombres' que eran los incas y no corrto seres ,angélicos,
como nos los pihtan
ofuscaQ.asapologistas. Tales documentds son, pues, un
contrapeso necesario, a manera dé antítesis de la histórica ·alabanza que 'ca–
lla exprofeso la parte negativa. Por otra parte, es menester recordar que To-
1
ledo venía de España como gobernante y comd legislador; estas inlormacio–
nes sirvieron de base para sus Ordenanzas que, dígase lo que se qyiera,
han sido alabadas por propios y extraños. De esta manera, en Toledo encon-
' tramos al hombre cerebral que no transige con nada. Este fué su error. Es ·
necesario darse cuenta del complejo elemento humano: sentimiento e idea,
y sólo así se hará obre positiva; de ahí, de su incomprensió'n
p~a
con' él co–
razón h'umano, le vino el vituperio en- ·su época y de la posteridad'.
Desde Manco II, el asiento, inexpugnable casi, de Vilcabamba, había sí–
do
e1
último re'ducto de la soberanía Inca, que era un desafío a la domi.pación
espa,ñola en el Perú. Desde Vilcabamba salían partidas que asaltaban en los
caminos de Cusca a Lima
y.
se estaba en copfacÍP estre<;ho con los naples in-.
dios del Cusca y de casi todo el TawantinS\lyu.
Familiarizados con el caba1lo y las armas de guerra europeas, podían lós
"
alzaqos dar un gp1pe certero y mortal al Virreynato; este hecho lo habían com-
prendido todos los g-obernantes hispanos antes de Toledo. Así, el Marqués
de Cañete logrÓ negociar
CO:J;l
;3ayri Tupaj, hiio de Manco 11, saaándole de.
sus montañas y dándole el ina.rquesado de Oropesa; Lope García de Castro,
antecesor inmediato de .Toledo, también estuvo ·en negociaciones con Titu
Kusi Yupanki, ·aunque fracasó en las negocÍemiones. Toledo, radical ·en sus
procederes, quiso acabar del todo con este tremendo pel\gro para España en
el Perú y, a raíz de la muerte ¡:¡.levosa de su enviado Atilano de Anaya a
manos de Titu
Cu~i,
organiza una campañi). en regla, en la semana santa de
1
1572, con el pretexto de ir a la canqÚista cf.e
Chil¡:~.
La ,expedición salió al
mando de ¡.uis Hurtado de Aibiet9 y llevando entre otros a Martín Oñaz de
Loyo1a, d¡Uienes se internan hasta las montañas. selváticat de Vilcabamba,· y
tras fuertes luchas logran de:r:rotar a las fuerzas del Inca Túpaj .Amaru, quien,
sin saberlo todavía los espafj.oles, había sucedido en la macapaycha a su
h~rmano
Titu Kusi. La
expedic~qn
tuvo
que luchar contra el nuévo ,inca
'Tu,.
pai
Ama.rt.V
quien fué vencido y luego apresado en el momento en
que
pre–
tendía huir hada el Paititi, montaña adentra de los Manarías; conduciendo el
gran ídolo Punchao, tan adorado por los incas. Garcilaso calla u omite rela–
tamos él reinado cle Titu Kusi y parece indicarnos que Toledo enfrentó sus
fuerzas contra Tupaj Amaru; pero esto no es cierto, la lucha inicial fuá con–
tra su antecesor; tampoco. es cierto que Túpaj Amaru fuese un muchacho de ·
18 ó 20 años, pasaban más de treinta añps de la muerte de su padre Manco 11.
'
Tupaj Amaru fué conducido preso al
Cu~o
Y'
encarcelado, tras un ·pro-
~
·ceso legal, presidido ,por el Dr. Loarte. La sentencia manió darle mue!·te
y
que se le degollara en la Plaza Mayor; to<i9 el Cusca prt>testó contra la pe-
na ,. fueron a rogar al Virrey aplazase dicha
~j'ecución
o se enviara al regio
prisionero a España; los superiores de los conventos y el
pr~pio
obispb electo
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