LOS CRONISTAS DEL PERU
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ftanciscanos, y que las cinco úlltimas fuesen monjas clarisas del convento
que su padre fundara en Hua-manga, a expensas de la mina (por él descubier–
ta) llamada "Chumbilla". Los nombres son: Antonio, Luis Jerónimo (nuestro
<biografiado), PedJ:o, Dionisia, Ana, María, Leonor, Inés,
y
Purificación. El cro–
nista Fr. Diego de
Córdob~
y Salinas refiere que a la muerte de su pqdre don
Antonio, tres de sus hijos frailes ofic\aron los funerales en el altar de la Igle–
sia de Santa Clara y Luis Jerónimo en el púlpito, mientras todas sus hijas mon–
jas cantaban en el coro de dioho monasterio; finalmente la madre y viuda lle–
gÓ a vestir el mismo sayal clarisa.
Fr. Luis Jerónimo Oré tuvo una admirable predispo¡pición para el estudio
de las lenguas, trasladándose , al convento máximo de San Antonio de los
Charcas del Cusca, donde ocupó puestos de importanciq y desempeñó varias–
parrC>ql:lias, comQ las de Collaguas y Coporaque, llegando a ser muy estima–
do por el obispo don Antonio de la Raya, quien le propuso por su coadjutor
en 1604, como nos cuenta el cronista de esta proyincia Fr. Diego dé Mendoza.
En
1605 pasó a Roma, nombrado Procurador del Obispado del Cusca;
en 1612 se hallaba en España, y en Córdoba tuvo la satisfácción de abrazar
·a su paisano el Inca Garcilaso, quien nos cuenta sus
entrevi~!as
con el ilus–
trE? fraile peruano, que llegaba a su lejano, añorado y muy querido Cusca.
,. El
7
de abril de 1620, el Bey don Felipe III lo presentó para el obispado
de la Co:q.cepcion del Reino de Chile, siendo consagrado en Lima, al año si–
·guiente, por el Obispo de Santa Cruz, Fr. Fernando de Ocampo.
En
su ex–
tensa diócesis, que entonces abarcaba hasta Chiloe, hizo una gran cosecha
et-angélica, visitándola cuatro veces
y
falleciendo en ella el año de 1629. Su
fama fúé tan grande que se cuenta entre los mejores obispos de la coloniá,
y. su tierra natal no lo fué menos, pues quien la regía cuando la niñez y mo–
cedad de Fr. Luis Jerónimo era nada menos que el obispo don Cristóbal de
C~tilla.
y Zamora, gran
mec~nas
letrado, más tarde Arzobispo de La Plata,
el único prínCipe que vino a América, pues era hermano del Rey don Fe–
lipe
n.
El obispo dQn Luis Jstónimo de Oré fué un fecundo escritor, tanto sagra–
do como profano, teólogo, misionero, historiador y, sobre todo, un gran· culti–
vador de las lenguas indígenas, que es en lo que más sobresale y se hace
notable; hablaba muy bien el kechua y el aymara, además. el puquina, el
mochica, el
~ga
y
el guaraní, conocía los dialectos del Brasll y escribió
su Cateéismo en cada uno de estos idiomas, apoyando. dichos conocimientos
en un perfecto manejo de las lenguas castellana y latina, en la que también
escribió para los párrocos; es, pues, fuente de consulta para el conocimiento
de todos estos idiomas, muchos de ellos ya extinguidos.
Entre sus producciones publicadas citamos: "La descripció,n del nuevo
Orbe y los naturales de El" Lima, 1598; "Modo de enseñar la doctrina cris–
tiana en' quichua y aymara'', Lima, 1598; "Relación de los mártires de la Flo–
rida", Madrid 1605 (recordemos La Florida del Inca de Garcilaso), "Tratado
sobre las indulgencias y Sermones del año", Alejandría, Italia, 1606; en 1602