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LOS CRONISTAS DEL PERU

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los santos peruanos Rosa de Santa María, Fr. Martín de Porras, Fr. Juan Ma–

sías y del poco conocido Fr. Vicente Bemedo, sobre el cual

escrib~ó

su bio–

grafía desde el Perú. Retornó fray Juan Meléndez a su nátiva Lima. en 1684,

desempeñando el cargo de Rector del Colegio de Santo Tomás de

Aqu~no,

fa–

lleciendo el año de 1690.

La obra del P. Maestro Meléndez ("Tesoros verdaderos. de las Indias")

fué edi1ada en Roma, en tres tomos, entre los años de 1681 y 1682, en 'la im–

prenta de Nicola Angelo T!naccio. El tema de la obra es la narración acerca

de la extensa provincia dominicana de San Juan Bautista del Perú, con las

obras misionales en este nuevo campo de evangeli¿ación y las vidas de ·sus

santos, que florecieron en tiempo tan corto, como en ninguna otra orden;

pero, a la vez que crónicas monacales encontramos relatos más o menos 'in–

teresantes de la incipiente vida cplonial, así como recolección importante del

pasado prehispánico de boca de los indios de sus misiones: aportes para ,el

estudio filológico de las lenguas aborígenes, etc. en tal Jorma que las cró–

nicas de convento son manantial precioso para nuestra historia civil, nuestro

estudio filológico, etnográfico

y

hasta costumbrista y folklórico, tanto más

la presente qué trata de la orden dominicana, que tuvo enorme prestigio en

la colonia.

Jdsé de la Riva Agüero, en su obra "La HiS'toria en el Perú", anota mu–

chas observaciÓnes

~

la

obra cronical del P. Meléndez. Pot eiemplo, se ex–

traña que siendo limeño de pura cepa, en su descrip_dón de Lima copie de

la obra qel sevillano Francisco Antonio Montalvo "El Sol del Nuevo Mun–

do" (biografía de Santo Toribio de Mogrovejo), con quien fueron grandes

amigos en España .y Roma; así como para la vida de Sarita Rosa tomase la

de Fr. Mdrés _de Valdecebro; en cambio, la vida del P. Bernado es muy

suya.

Fuentes de inspiración para las partes que tocan a la idolatría indígena,

así como la conquistel¡ española, fueron los libros capitulares de Lima y los

cronistas Garcil..aso, El Palentino, Oviedo y otros; también le sirvió mucho

la obra del P. Lizárraga, de su misma orden y las crónicas franciscanas de los

Córdoba y Salinas.

Apologista fué Fr. Meléndez del Obispo del Cusco Fr. Vicente Valverde,

a quien nos lo presenta como a un ¡mártir, muriendo de un flechazo en La Pu–

ná; del P. Las Casas dice, de segunda mano, que vino al Perú, pero .sin -com–

.probar su aserto; pero nos admira su enjereza al mostrarnos a este su hermano

de Orden, como un ex.agerado y fanático que produjo más males que bienes.

Se enfrenta con gran apasionamiento contra la crónica agustina de Calancha,

que

pret~nde,

dice, opacar y poner en ' lugar secundario la obra capitalísima

de los dominicos en el Perú; para ello dedica algunos ca,pítulos de su crónica.

Anotamos, finalmente, que el P. Meléndez escribió y publicó en Lima,

el año 167l,. las solemnes fiestas de la beatificación de la santa limeña en su

propia tisrra, con el título de "Aclamación de la Rosa", siendo uno de sus

mejores panegiristas.