Dificultades del período
cuzq~eño
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o al nieto, o en determinados casos también al propio
progenitor del primero. ¿Qué hacer con la sucesión de
tales nombres y reyes, y con la biografía de nuestro
personaJe? ¿Nos conservaremos fieles al sistema de
sumar los números y acumular las referencias? EJem–
plar, hasta los umbrales mismos de lo cómico, es el
entrevero surgido a propósito de Ondegardo, quien des–
cubrió cinco momias de monarcas cuzqueños, y nos deJó
consignado el nombre de cada uno, hombre o muJer.
Las mismas momias fueron observadas por Garcilaso
y más tarde por Acosta, quienes igualmente nos legaron
los nombres (los cuales sin embargo no coinciden);
luego otros cronistas dieron nuevos nombres, y en tiempos
posteriores se ha terminado por practicar la suma de
todos, y aseverar que las momias descubiertas por Onde–
gardo ¡fueron diez!
Las operaciones críticas realizadas durante el des–
arrollo más reciente de la historiografía peruana, con
atingencia a la época cuzqueña, han tenido las propor–
ciones de inseguros y modestos intentos, por pa_rte de
investigadQres que por primera vez osaban desafiar la
cólera popular, con
la amenaza de abatir las bellas
telas pintadas que constituyen el ficticio escenario. De
todas esas tentativas se da cuenta en la primera parte
de este Ensayo, dedicada a ilustrar con brevedad el es–
tado trunco y fragmentario de la revisión crítica del
Inkario, y enunciar luego las nuevas operaciones me–
tódicas destinadas a conducir a término la tarea, que
de ningún modo podía quedar inconclusa.