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,

Provis~tos

de botas

y

espuelas, la sotana arremangada a

la_cintura, de poncho de lana

y

amplio sombrero de paja,

los misioneros hacen via}es de dQs o tres días · a caballo

_o

en mula,

!·levando, además, un altar portátil

y

su

catre de .

campa:ñ.a. Su

pongamos que llegan a orillas de un río. Este es cau–

daloso y de lecho profundo. El puente que lo cruza

es

col–

gante y angosto, de cuerdas de maguey,

y

para atravesarlo

se nec-esitan la sangre fria y la pericia de los volantineros.

. Los caballos pasan a ·nado, suj-etos a una cuerda que los in–

dios tiran desde la orHla opuesta.

A falta de puente colgante, otros ríos ti,enen un anda:-

/

rivel primitivo, que corre por un ·cable firmemente amarrado

por los extremos

á

dos postes elavados a cada

orlila~

Este

"andarivel," no ·es sino una e.speci·e de arco de madera con

una cuerda, dentro

~de

la cual se equilibra el individuo como

un mono mientras s.e desliza -el a-rco por ·el cable con la

ayuda d-e los brazos. A v·eces, a los "Padrecitos" se les hace

un andariv,el, especie de jaula d-entro de la cual se instala

·el viaj-ero, cuidándose bien de· no moverse para no volcarla

con su peso.

~

El 4 de marzo de 1935, 'después de un penoso tray·ecto,

tres misioneros llegan al atardecer a la aldea de S.anta Bár–

bara, -donde son recibidos con flores

y

el redoble de campa–

nas. ·En la plaza los .Padres ·esperan al pi-e de sus monturas

que algui·en loes ofrezca alojamiento, pero los· habitantes del

lugar sabían que los

misionero~

iban sólo de paiSo, que no

venían por ellos y, por tanto, no se les debía hospitalidad.

Finalmente, una india se compadece

··y

loes trae una sopa

de papas, fría y espesa, en dos platos para tres personas.

T-erminada la "·cena", los 'Padreci

tos

s-e instalan allí mismo,

colocando las mon,turas en el sue1o, y, envueltos en sus man–

tas, se acomodan para pasar la noche

ba~

o las estrellas.

Al día siguiente, después de .c·elebrar la misa, otra sopa

~ de

maíz tostado, y emprenden de nuevo la marcha, cabal–

gando hasta las cinco de la tarde, por senderos llenos de

barro, a 3,500 metros de altura. Transidos de frío _

y

ham–

brientos, llegan a orill\s del Kollpa-Mayu (río salobr·e). Mas,

les es imposible atravesarlo: las lluvias habían aumentado

'

en tal forma la corriente, qu-e arrastraba ramas y árbo.Ies en-

teros arrancados de las' orillas.

·

No les queda más remedio que acampar allí mismo. Re–

fugiándos~e

bajo una saliente rocosa, los ·"pione·ers" de Cris-

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'