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Fóltt'AtEZA
DEL CUSCó,
EL GRANúó:R
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SUS PIEDRAS
por
GARCILASO DE LA VEGA INCA
Maravillosos edificios hicieron los lnkas, reyes del Perú,
en fortalezas, en templos, en casas reales, en jardines, en
pósitos y en caminos, y otras fábricas de grande exce–
lencia, como se muestran hoy por las ruinas que de ellas
han quedado; aunque mal se puede ver por los cimientos
lo que fué todo el edificio.
La obra mayor y más soberbia, que mandaron hacer
para mostrar su poder y majestad, fué la fortaleza del
Cusco, cuyas grandezas son increíbles y a quien no
las ha visto, y al que las ha visto y mirado con atención,
le hacen imaginar, y aun creer, que son hechas por vía
de encantamiento, y que las hicieron demonios y no
hombres; porque la multitud de las piedras, tantas y
tan grandes, como las que hay
pu~stas
en las tres cercas
(que más son peñas que piedras) causa admiración itna–
ginar, cómo las pudieron cortar de las canteras de donde
se sacaron, porque los indios no tuvieron hierro ni acero
para las cortar ni labrar; pues pensar cómo las trajeron
al edificio, es dar en otra dificultad no menor: porque
no tuvieron bueyes, ni supieron hacer carros, ni hay
carros que las puedan sufrir,
ni
bueyes que basten a
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