bre de 1572, la que está en un libro de provisiones por
un testimonio dado por Sancho de Orué, escribano de
Cabildo, de cómo dicha cédula se pregona cada año en
la plaza pública de esta ciudad el día 24 de julio al salir
de las vísperas del apóstol Santiago con trompetas y
atabales, en presencia de la Justicia y Regimiento, en
concurso de todo el pueblo, por ser así la costumbre
desde que se Instituyó el paseo del estandarte real. Con–
firmó esta cédula el rey Felipe II por otra dada en Aran–
juez a 5 de mayo de 1593, que se pregonó en esta ciudad
a 25 de junio de 1595 con trompetas y chirimías, en
presencia del Licenciado don Alvaro de T©rres, oidor de
la Real Audiencia de los Reyes, y del General don Anto–
nio de Osorio, corregidor, de esta ciudad. Volvióse a pre–
gonar en la misma forma a 24 de julio de 1598. El Rey
Felipe III confirmó estas cédulas por una dada en Bara–
jas a 10 de marzo de 1604. Y últimamente don Carlos
n·
por su cédula dada en Madrid a 17 de enero de 1682,
que todas se hallan en el archivo de esta ciudad."
La grandeza del Cusco no aminoró durante el Co–
loniaje; todas las órdenes religiosas de la época se esta–
blecieron en esa ciudad y
edific~ron
iglesias no supe–
radas en magnífícencia por ningunas otras en el Perú;
tuvo colegios de hijos de caciques fundado por el Virrey
Príncipe de Esquilache; tuvo Universidad y tuvo Au–
diencia. Su fama siguió creciendo a medida del tiempo
y a tanto ha llegado, que el Congreso de Americanistas
reunido en Buenos Aires en 1932, la declaró Capital
Arqueológica de América, muy merecidamente.
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(ROMERO, CARLOS
A.
Revista Histórka.
Tomo
XIV. Lima-Perú, 1941.)