incluída dentro de los términos de su gobernación, y
que culminó con
la
derrota de Almagro en la batalla
de las Salinas
el
6 de abril de 15 38, y consiguiente eje–
cución de este célebre conquistador.
Pero a pesar de estas vicisitudes
y
del establecimiento
del mundo oficial en Lima,
el
Cusco no perdió su im–
portancia ni su fama, que reconocieron y apreciaron los
soberanos españoles honrándola con preeminencias
excepcionales. Por cédula de 19 de julio de 1540, el
Emperador Carlos V le concedió "un escudo que dentro
del esté un castillo de oro en campo colorado, en
memoria que la dicha ciudad, y el castillo della fué con–
quistado, entrando por fuerza de armas con nuestro
exército, y por orla ocho cóndores, que son unas aves
grandes a manera de buitres que hay en la provjncia
del Pirú en memoria de que al tiempo que la dicha
ciudad se ganó, baxaron las dichas aves a comer los
muertos de los naturales que en ella murieron, los cuales
estén en campo de oro".
El Cusco mereció el dictado de gran ciudad. Y así
todos los documentos ema·Flados de ella tenían como
encabezamiento: "en la gran ciudad del Cusco, cabeza
de estos reinos y provincias del Perú". "Viernes 13 de
octubre ( 1542), dice el Canónigo Esquive!, fué prego–
nada en esta cédula real, dada en Madrid, por la que
su Magestad hace merced a esta ciudad que sea cabeza
de las provincias del Perú, y tenga el primer voto, y
asiento, la cual está al principio del primer libro de
provisiones de su archivo, donde se halla dicha cédula;
y mandó dar cumplimiento a dicha cédula el Virrey
don Francisco de Toledo por provisión de
12
de octu-
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