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Absurda leyenda desechada por las gentes razonables.

Infantil creencia del vulgo. ¡Sin embargo era verdad!

Cieza de León, Juan de Betanzos, dos de los historia–

dores más antiguos y fidedignos, consignan el hecho

de que antes de la reconstrucción del Cusco por el Inka

Yupanki, existfa una cÍénaga, un tremedal, una laguna,

en el espacio que hoy ocupan las Plazas de Armas y el

Cabildo que ese gran monarca cegó, haciendo uso de

grandes troncos de árboles y macizos tablones de piedra.

Todavía en tiempos inkaicos, en Qasana, hubo el peque–

ño lago de Teqsiqocha. (Calle actual.)

HABITANTES PRIMITIVOS. -

La conocida leyenda mí–

tica de los Ayar, fundadores del imperio inkaico, sólo

menciona como regnícolas del valle del Cusco a los

Wallas,

víctimas del empuje de los invasores.

Sarmiento de Gamboa cita a los Wallas ("Los grandes",

vid, Bertonio), los Allqawisas, los Sawasira y los Anta–

sayaq. El padre Murúa, a los Phuqes, Laris y Wallas.

Est as tribus poblaban el valle de W atanay (o Puriwaylla)

en el interregno entre la gran cultura Paleo-qheswa

y

la de los Inkas.

'

Los Alqawisas tenían sus tierras y casas en las proxi–

midades de la antigua Santa Clara; los Antasayaq, hacia

las colinas septentrionales; los W alias por la Recoleta;

y

los Sawasiray, hacia el templo del Sol. ·

Estos grupos incipientes vivían en pobres chozas al–

rededor de las den umbadas fábricas del Cusco viejo.

(Exactamente como hoy nuestros indios en los aledaños

de las grandes ruinas inkaicas.)

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