CARLOS CAMINO CALDERON
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lcbra, el pantalón de diablo fuerte con
f ttndíos reforzátts,
el _
pañuelo
chalán
y el
som,brero a la pedrada,
son las caracterís–
ticas de todo .legítimo guapo de Lambayeque.
¡A LA TINA EL NEGRO!-Horrible mandato que en
las
tinas
-fábricas de fabón, en el Norte- significaba que
el negro esclavo que había delinquido, debía ser arrojado vi–
vo al enorme prisma de guarangos unidos y estopados con
fibras de coco, en cuyo fondo de cobre hervía el jabón.
A NADIE LE FALTA SU TENIENTE LOPEZ.–
Es decir: a nadie le falta quien lo ayude a mentir.
El General Lerzundi, el más genial mentiroso nacido en
el Perú, cáda vez que echaba una de las gordas, se volvía
hacia su Ayudante
y
-según el autor de las
Tradiciones Pe-
1'Uanas-
pregunta]:>a;
--¿No es verdad, T eniente López?
j
ABRAN
C.!\. CHJ\
!- ritner requi:-:ito para la trom–
peadura clásica limeña.
Inmediatament'e después que uno de los
faites
no había
tolerado que el otro, como acto de provocación, le
sobara la
carba,
venía el
¡abran cancha!
A
rsa voz, los espectadores
formaban círculo, los faites se despojaban de la chaqueta, se
echaban habitas a las manos y se
Cttadraban
gritándose uno a
otro:
-¡Entra tú primero, maricón!
El entrar primero, requería tener los pantalones amarra–
dos con cadena de buque, pues casi siempre el entrador era
t•ecibido con una
sierra
de patadas que lo volvían muca.
Cada barrio de la vieja Lima, tenía su especialidad. Los
r:.egros de Malambo eran famosos en rebajadas y cabezasos.
Los carreteros de la Estación de Montserrat, no tenían riva–
les en aquello de propinar las dolorosísimas patadas en
la es·
pinilla
(la tibia). Los de las Cinco Esquinas, eran diestros
en
cabes,
etc., etc.
Hace mucho tiempo que los
faites
clásicos -los de
pan~
talón
a la guaterlú
y chaqt}eta cuadrada- han desaparecido.
El boxeo profesional, el cinema y la libertad de las mujeres,
mataron a la pintor.esca institución de la Matonería, tal co-