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neados, y pellón sanpedrano. El arseniatado de los campos hizo
huír --con más eficacia que el tongo y el
chaqué
paternos en u–
na caña-· -
-a
los tordos y huanchacos que silbando, silbando se·
tragaban chacras enteras de maíz, · y a ·los colegiales que_huara–
ca en mano,
s~
hacían la vaca un día sí y el otro también. El _ci–
nema dió el trancazo final a los títeres, y Perote, ·"t'l'a Gerundia
y
Chocolate, se enterraron para siempre.
La
raspadilla y el triciclo
de D'Onofrio hicieron desaparecer al cholo lieladero que para
ser bueno, bueno, tenía · que ser de Corongo y colar la leche en
su pañuelo. El whisky reemplazó
al
pisco, y el consonúné a la
sopa teóloga. . . . . .
.
<"
Sería cuento de nunca .acabar, empeñarse en enumerar
todo lo que de nuestro folklore, ha caído bajo la demoledora
'
-
piqueta del progreso 1
Sinemba'l'go, a-ún en nuestros días, cuando al pie del c'a–
ño del ca lejón limeño se reúne un
~upo
de zambas, o cuando
unos arrieros serra os hacen alto para
chacchar
su coca, o cuan–
do un clluncho de a montaña abre la boca delante de un misio–
n-ero, todavi a ·se oye• una que otra supervivencia del folklore co–
rrespondien e a cada una de esas regiones del Perú. !;.llos -la
zamba de ca lejón, el arriero serrano y el papero de la canoa
amazónica-, son los
últim~s
depositarios de nuestro pasado le–
~endario.
El día que éllos desaparezcan
1
se cayó San Roque sin
que nadie lo toque 1...
Antes de que llegue ese día, creo oportuno y patriótico
insertar en este libro no solamente lo que sobre folklore
hay en mi propia cosecha. sino
ta~bién
lo que existe
des~
perdigado en las obras de José Joaquín de Larriva, Felipe
Pardo
y
Aliaga, Manuel Ascencio Segura, Ricardo Palma, Ramón
•-
Rojas y Cañas, Manuel Atanasío Fuentes, Acisclo Villarán, Juan
de Arona, Abelardo Gamarra. Federico Blume, Federico Elgue-
ra, Hermi!io Valdizán, Manuel Moncloa y Covarrubias, Leoni-
Clas Yerovi, etc., etc.
Estoy seguro de que les manes de aquellos auténticos
criollos, y el público en general, han de agradecérmelo.
y
si no
me lo agradecen !Santa Ana, abuela de Cristo: me quedo en la
•Primera Parte!
c. c. c.
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