CARLOS CAMINO CALDERON
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En Piura, no bien
el
invitado ha dejado el sombrero (su–
poniendo que no sea
sororo)
corno llaman en Eten a los sin–
sornbreristas) cuando ya tiene por delante un mate de
seco
chabela.
Los
mtdos
que vienen después, son como para desa–
marrarse el riel de tren que debe usar -
pá los carzones
-
todo el que·visita
la tierr'a ¡briwa .
..
En L¡ambayeque es
el
estofáu de gaína)
o el copus pre–
parado·en perol de cobre y tapadito .con hojas de plátano,.
cJ
los frejoles
con e-mpella
(papada) de chancho.
En Chiclayo, cualquier pobre diablo presenta una
gual–
'wapa de novillo de panca)
o un
espesadito
.con yucas y culan–
tro, o una
falea de caballa.
E sto, tratándose de nuestros días,
pués si retro.cediéramos cincuenta años, y nos
apeyára1nos
en
h. casa de algunci de esas •chinas ricas de la calle de la Veró–
!1Íca:
La
Chirnpén, la Marirnonda, la
~iquen-que
los dornin–
g;os sa·caban a va ear los pesos godos. paJTa .quHarles la
anti–
monia)
- veríamos
e un es tómago no era suficiepfe para
dar cabida al arroz on ato, e
J?<WO
elleno~
y tantas otras
rosas ricas que se
P.rearan en esas tierras privflegiadas ...
Entre toda esa g-ran eza, 1'¡1crmsd' es elluljlar. .
El monsefuano es tacaño, amarrete y segurola, no sáld.
es sus fiestas en las que úni-camente presenta
mote pelacJo
y
pt:queyo de agallas;
sino hasta para hablar
¡
&onomiza hasta
las letras'!. En Monsefú no hay Candelarias, Micaelas, Nati–
vidades, Ert·carnaciones, etc, sino Candes, Micas, Natis, En–
carnas ...
Decir a un l.ndividuo que su fiesta ha sido
de mote pela–
do y piqueyo de agallas)
es decirle que ha sido
a la monsefua–
na
y, entonces uno se ha ganado un enemigo más.
FLOJO COMO EL TABACO DE
ZA~A.-Hace
mu–
chísimos años que en Zaña ya no hay tabaco, pero los zañe–
ros siguen siendo tan flojos corno aquel tabaco que íba a fo–
mentar el vicio de los chilenos.
De la opulenta y orgullosa villa de Santiago de Miraflo–
res de Zaña, que en una ocasión fué excomulgada por el
Obispo de Trujillo fray Jaime de Mimbela; que en otra oca–
sión re.cogió el último suspiro del santo Aqobispo Toribio de