L
o
t1
S
B
A
u
D
I
N
chas
y,
finalmente, cuando se trababa la lucha cuerpo a
cuerpo, entraban en j·uego
las
hachas
y
las mazas
(1).
No pa–
rece haber habido ·combinaciones estratégicas; sin embargo,
·el inca sabía tomar las disposiciones sugeridas por el terre–
no; cuando entró en las selvas del Este para combatir a los
a~tis,
dividió su eJército en tres columnas, indicando un
punto de .concentración en territorio ·enemigo.
Los
jefes, a
lo que parece, usaban sobr·e todo
tr~etas
de guerra; por ejem–
plo, fingían huir
y
atraían_al adversario ha·cia una embos–
cada
{2).
Una vez terminada la campaña ,
el
inca ordenaba poner
a los
prisioneros ·en libertad; distribuía regales a
los
j-efes
.~\¡j~c.Q
_f.
el
poder
y
organizaba
el
p·aís
los
revol
tos-o.:-
numeroso .... ,
también muy
· t an
desesperada - ·
mente, e mo. los caras.
habian formado una
verdadera -conf-edera-ción con varias de sus vecinas del Sur -
zarzas, · paltas, cañaris-, pero los peruanos empezaron por
d·esunir una a una a las naciones confed-eradas
y ,
los caras
quedaron reducidos a sus propias fuerzas. La lucha
que
los
(1)
L91S
Oasa.s,
"ApolOgética", cap .
OCLVI.
En
la gran batalla contra
los chancas, el mismo hijo del inca marchó
a
la cabeza.
de sus
tropas
e
1nic16 el combate (Garcilaso, "ComentariOs" ,
lib. V,
cap .
18.-
Montesinos,
"Memorias" . cap.
21).
.
'
(2)
Lorente, "Historia Antigua".
p.
268.-
Mark-ham.
" The Incas ot
Peru.",
cap .
12.-
Montesin-os, "Memorias", cap.
21.
Los indios interrumpía n
las operaciones militares los dias d·e luna nueva para celebrar ceremonias re–
ligiosas . Los españoles aprovecharon varias veces esta costumiJr{' , que les
permitía descansar y reorganizarse (Helps,
··' The Spani sh Conqu. t '' ,
t.
4 ,
p .
33) .
Hoy
día
aun los trabajos de los campos son suspendido.:; du rante
los
3
primeros días de l a lUna nueva en varias regiones de la meseta
and in a .
(3)
Los habitantes de una región de la co&ta ecuatoriana fuer on con–
'denados
a
que se les quebraran los dientes (Zárate, ·'Historia " , cap .
6 ).
Dos jefes rebeldes fueron muertos
y
s us pieles sirvieron p ar a hacer tam–
bores
(Balboa,
''Histoi re du Pérou" .
Trad .
í'ra nc. , cap .
8 ) .
( 4 ) C.
de Castro, ' 'Relación", p . 207.
-342-