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EL

IMPEAÍO SOCIALISTA DE

LOS

INCAS

fácil (1). Por otra parte, _los indios, que no habian visto

jamás ni caballos ni armas de fuego, estaban llenos de un

temor supersticioso. Entr·e los otros pueblos de América, el

espanto no fué menos ·grande

(2).

Finalmente,

y

sobre todo

en razón misma de la centralización exc·esiva en el

~erú,

·

la pérdida del jefe llevaba al anonadamioento del ejército.

La extra.ordinaria disciplina que reinaba en el imperio, tan–

to ·entre los civiles como -entre los militares, había destrui–

do a tal punto ·el espíritu de ini·ciativa individual, que los

hombres no S·e atrevíán

y

ni siqui-er.a sabían· cómo Obrar

cuando no .estaban mandad..os. Prueba

de

'ello es que

los .

indios del antiguo reino de Quito, som·etidos m-enos. tiempo

que los peruanos al poder del inca, r·esistleron vaUentemente

iñahuis lucharon desespe-

tlen aJl

~

hijOS

providencial d 1

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dios, que se r ·e.

V-.!!:!!111.-.-.._.._....

,.....-~

peruanos, ·cuando se

(1)

Oviedo

y

Valdés, "Ht.stori·a Genel"'al",."t.

4,

lib.

XLVI.

ca.p.

4 ..

{2) 1Entre los chibchas, por ejemplo (Restrepo, "Los Chibcha.s", cap.

19).

Hubo allí un efecto de terror mistico; los blanc

os fueron co

nsiderados

como divinidades; pero esto duró sólo poco tiellllPO.

Recuérde.se

solamente

ese episodio del ataque de un destacamento de ca

ballería por

los indios

de La costa colombiana. Los españoles esta,ban en gran peligro, cuando uno

de ellos, "desmontado, fUé lanzado

-a

tierra.

Se

levantó para combatir a

pie; pero los indios, que habían tomado a los conquistadores

y

sus ca–

balgaduras por centauros, al ver a las dos partes de un solo y mismo ser

continuar vi-viendo separadamente, se atemorizaron

y

huyeron. Los es–

pañoles, dice •Bal'boa, se presentaron a la imaginación de los peruanos co–

mo armadoS de cer-batanas que lanzaban fuego con ruido atronador

y

montados en grandes llamas

("Histoire du Pérou,,

trad. fr., cap. 22). "Los

que han acusado a los indios de miedo pueril deberian haberse !ijado que

los romanos temblaron ante los elefantes" (Marmontel,

"Les Incas",

ob.

cit ., p.

18) .

Los

compañer~

de Pizaz:ro tuvieron a veces también mucho

miedo; por e j ., en Cajarnarca, cuando contemplaron el ejército del inca;

r .

· e Jer

z

y

P dro Pizarro lo atestiguan en términos muy expresivos.

(3) Herrera, "Histor ia General " , dec . 5, lib. 4, eap.

12.-

Gomara, "His–

toria General", cap.

C~VIII .-

Markham,

11

The Incas oj

Peru~',

cap.

12.–

Velasco, "Historia", t. I , p. 222.

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