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S E R

G

l O

Q

U l

J

A D A

J

A R A

'131

Es de advertir que en otros lugares del Centro donde

c,o

utilizan el llama como animal de carga, creen que esos hom–

bres se convierten en ·perros.

\

"JAYACOJ"

Entre los indios hay especialistas en el arte de adivinar.

y

que toman el nombre de "jayacoj" para que llamando al ce–

rro le adivine dónde y en qué manos se encuentra· el an'.mal.

Bueno-le dice el "jayacoj"-esta noche iremos al cerro

y

pre–

guntando a mi "taita Huamani" recuperarás tu animal.

Van en la noche tenebrosa (pues estas cosas no se rea–

lizan en noches de luna) con dirección al cerro, llegan, y c0-

mienzan a chakchar coca, tomar aguardiente y fumar. Las

horas pasan, la noche se hace más tétrica, silba el viento y el

frío se escurre en los cuerpos. El dueño del animal éspera im–

paciente, cansado, somnoliento hasta que el brujo calcula que

ha llegado las 12 de la noche, invoca el nombre del cerro 'y cq–

mienza la l>regunta: "taita Huamani" : ama jina caicho, ni–

llalrnay maipitaj cachean yana oveja?" (Señor de los cerros:

no seas malo, dime por favor dónde se halla la oveja negra?)

después de repetidos ruegos, del otro lado del cerro surge una

voz ronca que se limita más a dar gritos imperceptibles q,!e

palabras, y que sólo comprende el brujo. Ya sé -le dice a

i:>'.!

acompañante- el sitio donde se encuentra el animal: te vas

por este camino y junto al corral de quincha de X, hallará¡,

a tu oveja.

Naturalmente que esta maniobra es simple ardid porque

no es el cerro quien contesta sino otro· "jayacoj".

Cuando acuden indios de otros sitios, para que les ac!i–

vinen, no les dan sino simples esperanzas por los datos que

acumulan, puesto qué, no habiendo intervenido en el robo le3

es difícil acertar.