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riciaban y s'e lamían; uno de ellos más atrevido y ansioso de
llevárselos a su casa, se lanzó a cogerlos, pero fué tan grande
el poder de las miradas de estos animales que el hombre mu–
rió de susto, arrojando espuma. El acompañante llegó al puE–
blo a dar aviso de lo ocurrido y las gentes atribuyeron que
·esas llamas eran jarjarias, es decir, los espíritus, tal vez, de
un hombre y de una mujer, compadres, convertidos en llamas.
Ahora, la uniforme creencia entre los indígenas radica
en que cuando un hombre tiene relaciones carnales con algún
miembro de familia, mientras duerme, su espíritu se despren–
de·del cuerpo y se transforma en llama y recorre gritando pf)r
•los lugares donde ha caminado.o va a caminar durante el día.
Por' eso, cuando alguna vez escuchan gritos de este animal,
dicen que es "jarjaria", y que si lo apresan seguro que no
despertará más, puesto que, estando sin espíritu ese cuerpo,
no puede vivir.
Si en veces 'no llegan los "varayos", que son las autori–
dades de "los pagos" o comarcas, a dar con el culpable, al morir
este hombre, su espíritu no tiene perdón de Dios y que, p0r
eso mismo, al ser arrojado dél cielo se condena vaga ndo en
forma de llama por las punas y quebradas invocando a las
personas con quien convivía
y.
gritando con voz ronca : ja1-
jar. . . jarjar. . . jarjar ...
Ya han habido casos en que algunos indios perspicaces
aprovechando el pánico que produce entre sus paisanos, esto
de creer de que el alma de aquel que mantiene relaciones
sexuales con algún miembro de su familia, se convierte en lla–
;ma, les han robado lo que desean. Para esto hacen secar la
piel de llama o de paco (por su abundante lana) . Una vez
qt~é
este disfrazado jarjaria asecha bien
á
sus presuntas víctimas
se cubre con la piel haciendo ruidos extraños para espantar
a los que le escuchan. Estas correrías se generalizan sobre to–
do en las noches de luna en que los arrieron prosiguen su ca–
minata o en las épocas de cosecha en que muchas veces los
indígenas dormitan cuidando los granos en las eras. Al oir
esos ruidos que parecen de ultratumba huyen abandonando
lo que llevan o lo que cuidan, de lo que aprovecha' el célebre
"jarjaria" para hurtarl'es.