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divaricata"
(1)
o de "tierra cernida con huevo y azufre, hasta que
despegue solo'' o de ''huevo y harina'' o de ''harina de porotos,
huevo (clara)
y
azufre''.
En cuanto a la ''quebradura'' como hernia, convendrá recordar
lo que decían al respecto los cronistas de la época. Dice de ella, Fray
Reginaldo de Lizárraga: ''Oí decir al P. Gaspar de Carvajal que
siendo muy enfermo como también le .ví para expirar de esta en–
fermedad, fué a tomar unas novenas
y
las tuvo en aquel convento
(Nuestra Sra. de Guadalupe)
y
al cabo· de los nueve dias se halló
sano y salvo de su quebradura, como si en su vida no la hubiera
tenido y nunca más padeció de
aqu~lla
enfermedad"
(2).
Generalmente este mal afecta a los niños de tierna edad. Son
esos niños llorones que han sido defectuosamente atendidos del om–
bligo durante el nacimiento, y a quienes se les ha cortado dema–
siado largo el cordón umbilical. De lo que resulta una procidencia
en forma de hernia que ellos llaman ''quebradura del pupo'' y aún
"mal de pupo" para involucrarlas dentro de la patología general
de este '
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en que se "sa
ó
e rastro' , cicatriza
y
cura también el
ombligo proce ente . e niño. Tanto 1a punua como el quimili son
dos plantas, en las cuales, la cicatrización de cualquier herida se
efectúa rápidamente. P 'or eso son elegidas para esta cura mágica.
La receta que hemos comentado suele tener algunas variantes que
agregan a su virtud (
?)
un colorido simple y pintoresco. Ellas se
refieren a la forma ''como actúa la tía del enfermito''. Casi siem–
pre lo hace trepada sobre el techo del rancho. En esta colocación
toma la
criatur~
en sus brazos
y
la entrega a la madre, teniendo
cuidado de que vaya la cabeza del niño hacia abajo. Después que
lo ha entregado, ''saca el rastro en la hoja o penca (que es el tallo,
realmente) del quimili ".
Otro procedimiento consiste en "hacer un tajo en la cáscara de
la tortuga para que sangre, untando esta sangre en el pupo con el
•
1
(1) Vicente
Paz, obr.
ya c1t.
(2)
FRAY REGINALDO DE LIZÁRRAGA:
Descripción Colonütl,
pág.
53.