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tis, por causa del calor reinante y características del régimen, se
cuentan por centenares los remedios en uso para dicho mal. De
entre ellos, ·el más solicitado es la "malva (Malva silvestris)" usa–
da en cocimientos bajo la forma de enemas o "ayudas". De las
dos especies, silvestris y rotundifolia, igualmente difundidas en
toda la provincia, la gente prefiere la primera, acaso por ser más
común o por tener mayor cantidad de mucílago. Es a este mucílago
que debe sus propiedades emolientes. Del mismo favor general goza
la "ruda (Ruta chalepensis) ", en enemas, asociada o no al al-
midón de trigo ''desleído'' en agua. ·
·
Usan con mucha frecuencia para ''cortar la diarrea'' el té de
hojas de durazno y membrillo, por sus propiedades astring·entes de–
bidas al tanino. Igual cosa puede decirse del té de cáscara de gra–
nada, aunque su uso es más frecuente como ·tenífugo.
Hay una receta curiosa que consiste en "hacer hervir anís tos–
tado con manzanilla (Anthemis cotula) en tres · dedos de
agu~
y
dar a tomar este té por la mañana, antes de hablar con nadie,
y
mirando el sol''. Esta sencilla fórmula es sin embargo muy compli–
cada.
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sobre la "manzanilla de campo", de la familia de las compositá-
ceas, de la que diremos que ha sido mencionada por diversos auto–
res de los siglos XVII y XVIII, entre ellos por don Antonio de
Ulloa Y. don Bernardino López. En cuanto a sus propiedades
y
composición química, remitimos al lector al capítulo de las afec–
ciones gástricas.
También se usa el "té de hojas de madreselva'', el "té de hojas
de ichil (Lysium cestrodes)"
y
el agua de "semillas de lino, bien
espesa
y
tibia".
Las ''diarreas de sangre'' se ·curan del siguiente modo: ''se
hace hervir la cáscara del meloncillo (Capparis twendiana)
y
esa
agua se da a tomar tres veces al día". Esta pócima debe ir acom–
p·añada con "lavativas de almidón".
La "raíz de poleo (Lippia turbinata)" en infusión
es
también