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b >y ta mb ié n fo rma.; qu e se r piten en rép licas y
co nt ra - r ' plicas indefinidamente, debido a las prefe-
1 e ncia ~
se nsibles de la gente. El pueblo trata y fre–
cuenta lo que le gusta. Al respecto, conocemos una
ga llina incubando hecha de vidrio, yeso, madera . en
les más diversos materiales y en todos los tama –
ños, cuyo orig inal ha sido hecho , seguramente . .:: n
E u ropa ha ce 30 ó 40 años , pero ha quedado adop –
tada en
Améri~a
por las clases populares. La h emos
viEto realizada en México, Boliv ia , Colombia ,
y
en
Chil e es muy con ocida . Ha variado poco en su f i–
g ura ción , lo q!Je no es d e ext rañar, porque la evo lu –
ción de las artes populares es extremadamente len –
ta, y sól o p uede
e~pe rars z
que en muchos años
m~s
p odrá coge r perfiles nacionales.
Una idea de la lenJi tud con que evolucionan esras
forma r, la dan esas terracotas pintadas que se co–
nocen co n el nombre d e
lo z as de las
mon j.1s
hechas
primitivamente, en
el
siglo XVIII , en el conve11to
de las
clari~as
para aguinaldos d e navidad o festivi –
dades rel igiosas y_ civi les - se recuerdan las figuri –
llas q ue le regalaron al Gobernador Marín d e Po–
veda-, que h oy toda vía se fabrican en Talaganre,
en
h~
vecindades de Santiago, por algunas contadas
m u jEre:.:. El material ha cambiado ; son ahora má s
f
rágil e:.:, amasadas en una greda terrosa inferior y
pi n tadas ccn colores vivos y surrea listas : p erros -: e–
k ..tes, vacas color o bispo, mujeres con amplios
y
a nticuad cs vestidos dorados, a la moda d e ha ce cu a –
renta añc·s, fig uran entre sus mod elos más nuevos .
Hay qu e recon ocer, por lo tanto, que han ido
om–
biandc a su manera . Pero la tradición manti ene in -
tocado
óU
espíritu : po see n el mismo aire ingenuo .
femenino y enclaustrado d e siempre. Es cur ic s8
constata r a este respecto, que dentro de los objero5
q ue L br i an ese s loce ras. en la act ual idad . se en–
cu en tr an 2lguños d esco nocidos enteramente para