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Con r especto a otros países de América, Chile
presenta características muy definidas como prodllc–
tor de arte popular. Desde luego, y a primera \
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Ís–
ta, se advierte que 'los elementos autóctonos son es –
casos en sus manifestaciones formales directas - -de
o rigen indígena elaborado-. Pero, sí es <lifícil en–
contrar ritmos decorativos, grecas o .líneas estili–
z adas de pura vena india, en cambio, las formas his–
pánicas trasmitidas por los conquistadores, predo–
minantes en las artesanías, moderan su tipo ,
2dqui.–
rí endo en seguida un aire más estático
qu~
muestra
la intervención del ·espíritu territorial.
Este fenómeno está enteramente de acue:-do cc n
la fórmula de raza existente, en la cual el indio
fué
exterminado
y
absorbido, es decir, dominado, pero
quedó vigente en la masa de la población, a la cual
aportó su coeficiente de sangre. Y así tenemos,
como resultado, en campa.ración con otros países
americanos, un arte po_eular primitivo, criollo en –
teramente, muy personat en ciertas industrias tradi–
cionales (alfarería , talabartería ), ingenuo, emocio–
nal y equilibrado.
Puede decirse que en Chile se
1 produee.ILartes po–
pulares en todas la s regiones del país donde la .pu–
blacíón nacional ha sido constante, con mavor
abundancia
y"
carácter en los lugares donde
'la
per–
manencia española fué de más antigua data , diga–
mos el valle central, hasta la llamada frontera , de
Arauco. De aquí al Sur desa,parece en los sitios co–
kniz1dos a mediados del siglo pasado y
~ometídos
a
la influ-encía alemana , para surgir de nuevo con
mucha fuerza en Chíloé, último baluarte español de
nu estra historia , donde
il'a
tradición colonial se
co n ~erva
más intacta. En el desierto del Norte . el
cultivo de las artes populares es. muy escaso por la
in ectabílídad de la población que vive de las
mina~
o industria '.' extractívas
y
especialmente por la ca-