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'7G

n :nci a de agricultura , que no permite ia formac;ón

d e núcl eos sociales cronológicamente continuos .

A sí, la alfarería más típica - que hay en el país es

la

de Chillán, antigua ciudad fundada a fines del

siglo XVI, capital d e una región agrícola d ::mde la

población criolla ha mantenido su fórmula cons –

tante durante varios siglos. Se ha desarrollado ,

igualmen t e, en. el mismo lugar, y con perfiles muy

caracterí sticos, la talabartería introducida por los

es.pa

ñoles, req1do de montar, espuelas y estribas,

que evolucionando a través del tiempo , han llega–

d o a tener un acento p rop io, enteramente

difer ~nte

al d e otros países, sin desmentir su origen.

Las espuela s chilenas, herederas directas de las

que usaban los conquistadores, p ertenecen a la es–

cuela de equitación ll amada de "la jineta", impues-

t1 oor la tri bu b erberisca de los xe net es,

y

que los /

a nda.luces trajer e n a América con los caballos.

Pues bien, la espu ela chilena de h oy, aparte de

su d ecora ción hecha mediante un sistema parecido al

nielado, co rr esponde a uri barroco muy fino , es de

rodaj a muy grand e, corrienteme n te de

13

cms. d:e .

diámetro y su acicate tiene muchas púas o puntas ,

batidas en acero azul , sobre cuarenta;- por lo co –

mún , en circunstancias que

1'a

espU!e la es,pañola no

tenía más de cinco, cuando las tuv o y era d e tamaño

reducid o.

¿Cómo

se

ha producido este cambio? Hay qu e

pensar que sólo a través de u n proceso complejo

de n ecesid ad p ráctica local, y psicología d e raza, en

un terrenü p ermanente.

E n cambio, productos más descaracterizados, de

simple adorno o embeleco, van apareciendo en las

ciudad es grand1es, traíd os y ll evados por

la

p o

1

bla–

ción qu e se de9-plaza con stantemente; objetos de

y eso, madera, vidrio, etc., sur gen

y

desap a recen si n

dejar mayo res rastros. Claro es tá que entre ell os