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n :nci a de agricultura , que no permite ia formac;ón
d e núcl eos sociales cronológicamente continuos .
A sí, la alfarería más típica - que hay en el país es
la
de Chillán, antigua ciudad fundada a fines del
siglo XVI, capital d e una región agrícola d ::mde la
población criolla ha mantenido su fórmula cons –
tante durante varios siglos. Se ha desarrollado ,
igualmen t e, en. el mismo lugar, y con perfiles muy
caracterí sticos, la talabartería introducida por los
es.pañoles, req1do de montar, espuelas y estribas,
que evolucionando a través del tiempo , han llega–
d o a tener un acento p rop io, enteramente
difer ~nte
al d e otros países, sin desmentir su origen.
Las espuela s chilenas, herederas directas de las
que usaban los conquistadores, p ertenecen a la es–
cuela de equitación ll amada de "la jineta", impues-
t1 oor la tri bu b erberisca de los xe net es,
y
que los /
a nda.luces trajer e n a América con los caballos.
Pues bien, la espu ela chilena de h oy, aparte de
su d ecora ción hecha mediante un sistema parecido al
nielado, co rr esponde a uri barroco muy fino , es de
rodaj a muy grand e, corrienteme n te de
13
cms. d:e .
diámetro y su acicate tiene muchas púas o puntas ,
batidas en acero azul , sobre cuarenta;- por lo co –
mún , en circunstancias que
1'a
espU!e la es,pañola no
tenía más de cinco, cuando las tuv o y era d e tamaño
reducid o.
¿Cómo
se
ha producido este cambio? Hay qu e
pensar que sólo a través de u n proceso complejo
de n ecesid ad p ráctica local, y psicología d e raza, en
un terrenü p ermanente.
E n cambio, productos más descaracterizados, de
simple adorno o embeleco, van apareciendo en las
ciudad es grand1es, traíd os y ll evados por
la
p o
1
bla–
ción qu e se de9-plaza con stantemente; objetos de
y eso, madera, vidrio, etc., sur gen
y
desap a recen si n
dejar mayo res rastros. Claro es tá que entre ell os