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no¡;o tros, y a inexistentes en el m ercado , y son bra –

se ros, pebeteros y jarron es chinos qu e en el siglo

pasado o antepasado, en las primeras importaciones

del Oriente, deben haber causado la admiración de

los n ntiaguinos, hasta el punto d e reproduci rl os

rnmo aguinaldos. Se trata aquí de un arte civil

sim p lem ente cultivado por largo tiempo.

Mucho más lenta todavía es la evolución de

otros produ.ctos d e pura raíz indígena, como la res–

teáa, p or ejemplo, que se conserva sin variantes

en sus formiis utilitarias, en algunas comarcas de–

t erminadas:·'igual a· la- que

se

entrelazaba hace .>iglos

en la cultura ataca.tneña . antes de la llegada d e le s

:espa ñ o l es~

En · la vecindad de Hualque, cerca d e la

ciudad de Cóncepción, se ejecutan ahera mismo ce3-

tas redondas ú"óvaladas, ·adornadas con lanillas

d ~

co lores, h ech'as con un solo cordón -de fibras v e–

geta les envueltas en corteza- que van amarran<lo

d e manera concéntrica, aflojándolo o a,pretándolo

según la forma qu 2 qu ien n da rle al tie.sto. Este

sist ema d e cestería llam ad o de aduj .3-,

característica–

m ent e americano, que se encuentra todavía en todos

los países del continente, se ha mantenido también

en C h ile, defendido , seguramente, po_r su técnica

estri cta .

·

A sí es la vida de los oficios. En cambio, han

d ej ad o de confeccionarse las flores de papel que

todavía se producen en gran abundancia en otros

pafr.es

. americanos con población indígena . Del más

puro origen español , estas flores llenaron nuest!"a.:;

iglesias coloniales y hasta no hace mucho solían

v erse fr ecuentemente :en las coronas funerarias de

las tumbas populares. Pues bien , ya en Santiago

no se encuentran , confinadas a las aldeas más le–

.ia nas.

· Un mapa· de las industrias típicas chilenas mos–

traría todavÍ'a el devenir d e muchos otros de estos