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drían competir las máscaras chinas ; las hay que !·e
fabrican de estuco sobre fondo de fieltro, y de
ma~
dera: las más notables son las de
Oruro,
donde la
danza de los diablos ha alcanzado su
má.s
alta ex–
presión coreográfica y ha inspir:ado a los artistas
teatrales muchas y nuevas formas.
La música de los quichuas y de lo:s
chapacos,
descendientes estos últimos de los
íomatas
es más
dul.cey
de curvas suaves, a veces un tanto lán.gui–
da, pero las más , alegre: tiene un acento de inten–
sidad lhica . Los indígenas de 1os vaHes de Cocha–
bamba , Sucre
y
Potosi cantan yaravíes y tonadas,
muchas de éstas con versos de intención s-atírica;
se acompañan con el
charango,
guitarrilla de origen
colonial, qu e se hace de madera y tambi,én uti1i–
zando el caparazón del
quirquincho
(armadillo) .
Igu almente tañen las
khenas
y ,
a veces, la mando–
lina, la guitarra
y
el arpa. Los bailes preferidos
. .por los nativos
y
los mestizos de los lugares citados
son la
m ecapaqueña,
el
pasacalle,
el bailecito de la
tierra y la cueca .
Los
chapacos
tienen por instrumrntos musi–
cales propios la
trompetia ,
hecha · de caña de una
longitud mayor de tres metros, adopta la forma d_e
un cayado y tiene embocadura de cuerno; la
khena,
e·¡
erke ,
d e asta de buey, el violín y
la
caja. Sus
danzas y bailes tienen carácter ba:stante diferente al
de los aimaras ; en ellos como en su música , la in–
fluencia incai.:"
y
española han dado a las tonadas
y
las 1formas coreográficas marcado acento mestizo.