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del lado derecho de la Coya, es evidentemente una pottica; y la de la izquierda,

tiene ojillos vivos y cara redonda. Sostiene entre sus manos, una especie de báculo

¿De qué clase es

el

nanismo caricaturizado en esta plancha? No tiene desde lue–

go la enanita, la facies hebetada del mixedematoso, ni la sénil de la progeria.

Más probable que sea un nanismo verdadero o ateliósico de Hastings Gilford, en

el

que la inteligencia está completamente normal, o ta111bién infantil, con ese

infantilismo de tipo Lorain, debido

principalmente a disfución de la glándula

tiroides.

Los bufones, farsantes, débiles, mentales, oligofrénicos, existieron al lado

de los grandes señores del incanato. Indios pequeños de estatura logorreicos, cho–

carreros, con expresivos ademanes, y dispuestos a olvidar constantemente sus

miserias interiores, para convertirse en

el

hazme reir, del Amo que les paga y pe–

ga. "Tanbien hauia truhanes que le llamaban sauca rimac-choco rimac- estos

eran indios de huancabilca-tanbien auia

farsantes-a estos le llamauan llamal

ama- hayacucho- que eran yndios yungas chuca reros- saucachicoc acsicos-po–

quiscolla milla rinri- estos hazian farsas y fiestas". Estos indios chocarreros, que

hazian la diversion de Inca o de los

per~onajes

del Imperio en un día de fiesta,

que divertían al pueblo en las plazas públicas con sus frases chispeantes o su pin–

toresca mímica, son otros tantos débiles mentales) oligofrénicos, de imperfecto

desarrollo psíquico, dignos de la internación en un Asilo de Alienados.

En otras ocasjones vemos figurar al bufón indio, junto a los paralíticos,

ciegos, mancos etc., en que el bufón era un defectuoso de la talla' un enano.

" Quarto vecita en es ta calle del quarto de

los

enfermos y liciados, cojos y mancos

y

tollidos upa- mudo-nausa ciego uncos

enfermos-uinay-tullidos-maquin pa–

quisca manco hanca- coxa- estos seruian de pasatiempo-hablar o chocarrerar-–

como son enanos tince uayaca- cumo- corcobado chictacica-cada uno de

los

que

podían trabajar y ayudar a los que tenían manos texian y seruian de despenseros

y quipocamayos mayordomos estos cada uno les causauan con su igual para mul–

tiplicar y seruian en todo lo que podían".

También nos cuenta nuestro sútil cronista, que estos indios deformes ser–

vían en las iglesias : "Que los sacristanes sean yndio cojo o enfermo corcobado

enano o de un pie menos o biejo pesado . . .. . . "

De aquel legendario gigantismo de que tanto nos hablan los cronistas,

hombres grandes, que arribaron a Santa Elena, que los había formado Viracocha,

"disformes en grandeza pintados o esculpidos para ver si será bueno hacer los hom–

bres de aquel tamaño", no nos dice nuestro cronista sino cuatro líneas, a pesa t

de estar muy bien informado, respecto a las edades primeras de los inillos. "Con

zedera q' los primeros yñs uariuracocha runa- primer gente y

el

segundo gente

uariruna unos dizen que fueron

gigantes ..... . "

El uso de sustancias ponzoñosas, de venenos de ciertos vegetales, era co–

nocido de los indios. Entre las ordenanzas reales, había una en este sentido. "Yten

mandamos que en este rreyno que no tengan ueneno, ni ponzoña ni hechicería

nenguna para matar a persona, ni lo mate al que matare lo condenamos a muer-

te

despenado .. . .. . . .

La figura 20

es bien explicativa a este repecto. Se representa

a

a un indio orejón, armado de una porra, que castiga a una india, por haber