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La Literatura en el Peru de Ios InGas

INTRODUCCION

Entre las razas aborigenes de America del Sur, la quichua

(1)

fue, sin duda, una de las primeras, por el grado de progreso a que

habia llegado, palpable, hasta el presente en sus magnificos monu–

mentos, en sus insuperadas obras de ingenieria, en su textilaria suu–

t11osa, en su fina alfareria,

y,

sobre todo, en su musica armoniosa,

in–

tensa

y

exqui3ita, rica en la mas delicadas

y

sutiles melodias, fie–

les trasuntadoras de las multiples emociones del alma humana. Es–

ta raza no solo supo levantar £ortalezas

y

palacios, y enseiior earse

en belicas

conqui~tas,

de los Andes a la selva y de la selva al ocea–

no: supo tambien cantar, no solo en notas sino en palabras: tuvo

sus glorias y sus r omanticismos, sus inquietudes co3micas

y

sus

creencias ancestrales. Como en la India compuso himnos para

sm

dioses, como en la. Grecia perpetuo las hazaiias de sus h eroes en ver–

daderas epopeyas

nacionale~.

Sus hombres conocieron el rigor de

las campaiias guerreras, las dulzuras del hogar apacible, la instau–

cia del trabajo necesario

y

la nostalgia del amor imposible. Ade -

(1) No ha y uniformidad respecto de la forma como debe escribirse esta

palabra. La costumbre, adulterancl o la fouetica con cl trascurso de Jos

aiio~,

ha generalizado el vocablo quechua, un tant o caste1lanizaclo. En ocasiones

en vez de la inieial q

~e

emplea k ; algunos tratan de expresar el soniclo

gutural propio de! quichua, evitando el e),.'J)losivo de nuestras Jetras simples,

adoptando letras dobles, o consonantes j unta , o ap6strofe ; cle lo que resulta,

en consecuencia, una diversiclad anarquica en la redacci6n de esta sola pa–

labra. As!, se suele escribir: Qqechhua, kescbwa, kichua, kjeshwa, k 'eschua

y

aun quechua, como cree la Academia, et c. Conservamos aqui el termino quichua

por ser esta la forma como Jo escribi eron los primeros tratadi tas de! idioma

aborigen, quienes, escuchli ndolo cle inmediato, pudieron captar mejor su

verdadero sonido, puro y sin deformacione , y trataron probablemente de expre–

sarlo del modo mas fiel posible. As! lo encontramos en los primitivos voca–

hularios, como en el del P. Domingo de Santo Tomas, publicado en 1560.

En esta forma tambien lo han seguido usando algunos lingiiistas y quichuistas

modernos, como Gibbon Spilsbury, Markham y otros.