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la fatiga de la huida
y
las impresiones de la apari.
ción, inclinó su cabeza junto a la Roca del mil'agro
y
se quedó
protundam~nte
dorn1ido.
Entonces en sueños se le presen t ó nuevamente
el
Señor, Jlamándole por su
no tnbre
y
tratándolo
con gran cariño
y
·bondad le dice esta palabra:
"Dieg·o sie111pre que me seas devoto
y
continues
con tus orncioncs, yo
t:e
pro 111eto
ser de hoy en
adelante
tu Protec;tor.
Andá a tu pueblo,
haz
una.
santa conftisión v ven
nuevamente
a
v isitar1ne
en
este
sitio el dín de
tu
Primera
Co111u11ión; porque
_yo quiero hacer. de este lug·ar una
piscinél
de
reden -
ción
y
de
an1or"
(
l).
·
El
feliz
in<l io
se levanta lleno de alborozo v
...,
promete al Señor cumplir con todo lo que le ha
ordenado.
·
En seguida vuelve
a
dormi r~e
apacihlemepte.
¿Cuánto duró el sueño de
Diego?
1'a lve:r, ni el
mistno lo. supo precisar. Des pertó nuevan1ente con
l'a
voz de Jesús que le decía:
"JJiego,
ya
es
el
prirner canto
del g·11. /lo .!Ler.rán–
tate
y
vete
antes
de
q11e
aclare
la
aurora".
Obedece el indio
y
ve que en real idad
empieza
a an1anecer .
A
lo lejos se
s~ntía
el
primer
ca nto
del
gallo. Pero sus pies , estaban como clavados en
aquel
suelo
santificado con la presencia del Dios–
IIon1
hre. De
·una
parte quisiera perma nel'er sien1-
pre allí junto al bondadoso Señor de la columna,
pero
por
otra
parte
es ne,esario p a rtir.
Cae de
hinojos nuevamente·
ante
la
sagrada
in1agen
la
hun1edece con uri
llanto de
amor
y·
gratitud, la
cubre de besos ardorosos e implora la protección
divina
al
misn10 tietnpo
que
d a la s mas
rendidas
' gracias por tan inmerecido, cuanto in r1'1. enso
y
se-
ñalado favor.
~i~:
l 11
'1,~doii!
los
qllle
• •rn @fi(ttito
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H"Sa ncai están de
acu~rdo
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