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-56--

la fatiga de la huida

y

las impresiones de la apari.

ción, inclinó su cabeza junto a la Roca del mil'agro

y

se quedó

protundam~nte

dorn1ido.

Entonces en sueños se le presen t ó nuevamente

el

Señor, Jlamándole por su

no tnbre

y

tratándolo

con gran cariño

y

·bondad le dice esta palabra:

"Dieg·o sie111pre que me seas devoto

y

continues

con tus orncioncs, yo

t:e

pro 111eto

ser de hoy en

adelante

tu Protec;tor.

Andá a tu pueblo,

haz

una.

santa conftisión v ven

nuevamente

a

v isitar1ne

en

este

sitio el dín de

tu

Primera

Co111u11ión; porque

_yo quiero hacer. de este lug·ar una

piscinél

de

reden -

ción

y

de

an1or"

(

l).

·

El

feliz

in<l io

se levanta lleno de alborozo v

...,

promete al Señor cumplir con todo lo que le ha

ordenado.

·

En seguida vuelve

a

dormi r~e

apacihlemepte.

¿Cuánto duró el sueño de

Diego?

1'a lve:r, ni el

mistno lo. supo precisar. Des pertó nuevan1ente con

l'a

voz de Jesús que le decía:

"JJiego,

ya

es

el

prirner canto

del g·11. /lo .!Ler.rán–

tate

y

vete

antes

de

q11e

aclare

la

aurora".

Obedece el indio

y

ve que en real idad

empieza

a an1anecer .

A

lo lejos se

s~ntía

el

primer

ca nto

del

gallo. Pero sus pies , estaban como clavados en

aquel

suelo

santificado con la presencia del Dios–

IIon1

hre. De

·una

parte quisiera perma nel'er sien1-

pre allí junto al bondadoso Señor de la columna,

pero

por

otra

parte

es ne,esario p a rtir.

Cae de

hinojos nuevamente·

ante

la

sagrada

in1agen

la

hun1edece con uri

llanto de

amor

gratitud, la

cubre de besos ardorosos e implora la protección

divina

al

misn10 tietnpo

que

d a la s mas

rendidas

' gracias por tan inmerecido, cuanto in r1'1. enso

y

se-

ñalado favor.

~i~:

l 11

'1,~doii!

los

qllle

• •rn @fi(ttito

s~brf

H"Sa ncai están de

acu~rdo

~e

1J1ts.s

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pal ab1a~

de1Se:ior.