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tA-118--
fusión
aladinesca
de sus tallas aureas
y
sus platas
repujadas
h a sta
lo
fantásti ·co.
Soplo de
titanes
a
travez de los siglos; sacó de la nada el portento de
la
línea, en
un esfue r zo, no superado ja1nás, don–
de
junto
a
las
arquitecturas gigantescas la
pacien.
cia
inaudita de
legiones
de
~rtlfices
infundió ala–
das
y
espirituales
va
porosidades
de
encajes
de seda
· a
la
dura
y
rebelde superficie de los
cantiles
y
de
los leños. Y, por todo el
haz
del continente, salva–
je
y
bra vio, en
1ne<lio
del
trájico silencio de sus es–
cenarios
fántasticos, en
el Cuzco,
y
solan1ente en
e
1
Cuzco,
1
a
efe
r v
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n ci a re
1
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g
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os a a ·ni nl
ó
1
a
vi
ta
1i -
dad de
un culto
c~istiano,
que
'recuerda,
por
su
pompa
y
poderío el
esplendor
y fausto de las vie–
jas
civilizaciones
del Asia".
"Como aquella
fé
de nuestros n1ayorcs
no
re..
cociera
lírbites en sus expansiones
sobrehuinanas,
no
anduvieron
parcos en dotar a los innun1erables
poblachos
de la inn1ensa
co1narca,
de
otros
tantos
inonun1entales
templos de 1ujo
y
dimensiones
catedralescas.
Y,
así
<;orno
hubo
derroche y
pro–
fllsión
de
és tos doquiera, hasta
en
lugarejos
de
1nenos
de
mil veeinos, lo era
ta1nbién,
el de capillas
y
oratorios particulares,
en las haciendas de
todo
el
territorio
y
en las casonas
de
la gran ciudad del
- Cuzco.
.
.
"Pnes bien, a orillas del
Vilcanota, con10 alfiler
de brillantes qne prende una falda de
felpa
verde
a las abruptas escarpas del Páchatusan,
ernerge
Huanca, cün sus ton al id ad es albas,
co
1no
San
tu
a–
rio
único., de
peregrinación
y
penitencia,
y
a donde
convergen
las
célebres
ron1erías
an na les''.
"·Y,
por
obra de
esa
casualidad insólita,
sin
· duda, el fenó1neno religioso
perfilase
allí con relie–
ves
de rareza .desconcertante".
nTras1nontá ndo
los
acantilados que hácia
el
oriente separan Ja
ciudad
del
Cuzco,
del
valle vil.
canotanot .o
descendiendo junto con és te, ciesde la