ESTUDIOS INCA•ICOS
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poblaban la tierra donde
et
era natural, sembran–
dola de sal, y cortando los arboles, y derribando
las casas de toda la poblaci6n y haciendo otros
muy grandes castigos en memoria del delito". ( 1).
Segun Garcilaso, nunca bubo que poner en
practic:a tan rigurosa ley, porque jamas se di6 el
caso de que nadie violara la rigidez del enclaustra–
miento. No esta en esto muy enterado el autor de
los
Comentarios reales.
Cieza de Leon, en el capi–
tulo XL de la segunda parte de su
Cr6mca del Peru,
cita que en tiempos del inca Viracocha cuatro
ma–
maconas
fueron ajusticiadas, junto con sus aman–
tes, por orden del
villac umu
(gran sacerdote):
babian sido sorprendidas violando la ley. Tam–
bien bajo el reinado del inca Tupac Yupanqui,
unos sobrinos del soberano sufrieron igual suerte
por la misma causa. Y Felipillo, el interprete de los
espaiioles que tanto comprometi6 al preso Ata"–
hualpa, lo hizo asi porque, estando enamorado de
una
actla,
era deseoso de su muerte.
y
bien curioso es que la unica pagina de prosa
imaginativa del folklore incaico, sea precisamente
una linda historieta de amor donde este se burla
de la amenaza terrible,
y
nos prueba otra vez que
el amor es osado
y
todo lo puede. Llamase esta
historia, segun el cronista Morua,
Ficci6n y suceso
de un famoso pastor llamado Acoya-napa con la
( l)
Historia del descubrimiento
y
conquista de las
pro–
vincias del Peru,
por Agustin de Zarate.