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ERNESTO MORALES
que se sacrificaban
pasiias
y
fiustas
y
acllas
y
hua–
huas;
mas no entendi6 el lenguaje de los indios,
que a las corderas
y
ovejas que se sacrificaban en
nombre destas o de otras doncdlas, se llamaban
pasna, cbusna
y
fiusta,
y
las que en nombre de las
mismas
acllas,
se decian tambifo
acllas;
y
el corde–
rico se llamaba
buabua,
niiio. Y
q"l-l~n
no repara
en los tropos
y
figuras que tiene esa lengua, diri
siemprt una cosa por otra,
y
hara errar a todos los
que le siguieren" ( 1)
Volvamos a las virgenes del Sol:
Semejante a la casa del Cuzco, babialas en todas
las provincias, aun las mas apartadas del imperio.
Pero las que entraban alli no eran
acllas
de sangre
real
y
no estaban destinadas al
Inti,
sino a su bijo:
el Inca. Ellas debian ser sus mujeres,
y
una vez
que lo fueran, podian volver a su lugar, donde
eran recibidas con gran veneraci6n.
Las
acllas,
tanto las destinadas al Sol como al
Inca, eran inviolables. Castigos terribles amenaza–
ban a quienes las osaren: "el que se ballaba culpa–
do en
et,
y
aun el que solamente lo intentaba, le
quemaban vivo con la misma mujer si tenia esta
culpa,
y
mataban a sus padres, e bijos
y
bermanos,
y
a todos los otros parientes cercanos,
y
aun basta
a las ovejas del tal adultero;
y
demas de esto des-
( 1)
Relacion de las costumbres antiguas de los naturales
del Pini,
publicada como de autor an6nimo, pero debida al
Padre Blas Valera. Pag. 188
y
189.