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ERN E STO MORALES
a Dios testigo de lo que en ello yo trabajo; y,
cierto, muchas veces determine de dejar esta escri–
tura, porque ya casi ha quitado todo el ser de mi
persona trabajar tanto en ella y ser por ella de
algunos murmurado; mas como en esta tierra las
reliquias de la virtud sean menospreciadas, y no
pretenda mas de que S. M. sea informado de las
COSaS que nan pasado en
esto,~
SUS reinos, y que
la practica mfa todas las otras naciones que debajo
del cielo son la vean y entiendan, pasare adelante,
poniendo siempre mi honor en las manos del lec–
tor".
Sabe que si
et
no los narra, muchos de
Cos no–
tables hechos
que le ha tocado presenciar, seran
devorados por el an6nimo o adulterados por
1
la
mala
f
e de historiadores partidistas (como lo fue–
ron durante largo tiempo, hasta que las obras de
Cieza no se sacaron del manuscrito en que ya.cfan).
Necesita reposo y no reposa, intuye que va a mo–
rir joven si tal vida de sacrificio prosigue, y la
prosigue: "Yo consuma mi vida en breve tiempo,
porque no mueran los notables hechos destos rei–
nos" - dice, con valor mas firme y mas digno de
admirar que el valor que lo empujara, nifio aun,
por tierras fabulosas y lejanas, a la ventura, entre
hombres heroicos para el bien y el mal. Y Cieza
de Leon - en medio de estos heroes de la fuer–
za - , por su capacidad para el sacrificio. por la
nobleza de SU caracter, presenta Un raro, Casi Unito
caso de heroismo intelectual : "pues muchas veces,