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sus aventadores ahuyentando las moscas ...

»,

(op.,

lib. y cap. cjt.).

NUES1'RA SEÑORA DE 'l'.ALA

V.ERA

O ES1'ECO

l.

Presentcw'ión.

-La

cindad de

Esteco

estaba si–

tuada, como ya hemos dicho, a orillas del

s~

L.

el o

o Juramento. De la misma edad que San lVfiguel,

tenía en 1582 unos cuarenta vecinos encomenderos,

y

en 1596 le pertenecían unos cinco mil indios;

pero en 1607, debido a

la

fundación de

:Madrid de

las Jiintas}

contaba solamente con

33

vecinos, po–

·seedores de 1500 indios.

La ciudad estaba 'poblada en unos arenales y sa–

litrales malditos' - al decir del gobernador

Barra.za,

.

Toda la comarca circunstante era 'montuosa', de tal

modo que 'los montes

llegaban

a la.s mismas casas';

por cuya ra.zón era 'la más calurosa de toda_ la pro–

vincia'. Las casas eran como las de Santiago, de

paredes de adobes y techos de tierra; y también,

por el mucho salitre, se iban comiendo las paredes, y

toda la vida

era

menester ocupar los indios en re–

pararla.s '... A consecuencia del salitre cay9se ' to

da la mayor pa.rte ele la iglesia de San Francisco' en

1.604. Una aoequia, derivada del río, pasmiba junto a

la

ciudad, proveía de agua a la población y .servía

para regar las

~ementeras.

Pero tal acequia era co-

.

~

roo un canal de Panamá, por la suma de trabajos

y

v!das que costaba; ·pues, como «era muy honda, y la