EN LA TlERRA DE LOS INCAS
CAPITULO XXI.
Vel Lago Titicaca al .Cuzco.
Orillas del Lago Titieaca.-Huancané.-Quellanata
-Sondor-huasi.~
Techos de paja.-Santa Rosa.-Una corrida de toros.- Un Cón–
dor en escena.-Se intenta enviar dos Cóndores a la Costa.–
Carta de Pedro Lobo.-Serranías desiertas.-T ambos,- El Pa–
so de La
Ra.ya.-Ba.j ando de las MontaDas. -,Aguas Calientes–
El valle del Vilcanota.-Cach<t
y
el Templo de Viracocha.–
Relato de Gar-cilaso sobre el Inca Viracoeha.,.-EI sueño de Vi-
.racocha. -Su milagrosa victoria sobre los Chinchasuyus.-Erec- ·
ción del T emp lo y la Estatua.-Estado actuaL-Construccio–
nes anexas.-Alfarerías modernas entre las ruinas.-Mojinetes
o aleros
y
ventanas en la arquitectu ra Incaica.-grror de
Humboldt
y
Presr.ott.-Alacenas.- Etimología del nombre
Viracoeha.-Tupac Amaru.-Quiquijan:t.,.-Curiosas ruinas
y
tambos.-Urcos.- El bolsón de Andahuaylillas.- La cadena de
oro de Huayna Ccapac.-Una noche en AndahuaylHlas.-Can–
teras Incaicas.-:Métodos de Cantería._:__La fortaleza de Piqui–
llacta.,..-Ruinas de la población de
Muyn a.~E l
ll auto o man–
to real.-Mu-yna, antigua ciudad a.mura ll ada.-Oropeza.,.-El
desfiladero
Angp tu..
~;.a
......,San Seb<istian
y
sus ayl\ us ele lina–
je incaico.- nt adaJ
a~
Cuzco. - El Coronel F rancisco Vargas
y
su bienveni a.
De Puno
seguimos~uestro
viaje por la orjlla Nórte del
Lago Titicaea p .n-s-ando por as pobilaciones de Baucarcco–
lla, Pusi
y
Taraco, a Huancan'. cerca de la bahía de este.
nombre
y
cruzando los ríos considerables Lampa
y
Ramis
no muy arriba de sus deRembocad uras. Ambos ríos son erró–
neamente trazados en los mapas; el primero no entm direc–
tamente en el lago, sino en la bahía de Puno.
Entre Pauca rccolla y Pusi nos detu vimos para explorar
ciertos monumentos que descnbrímo 3 ·
lejo5.denu ~stro
cami–
no. Despachamos por delante nuestro equipa je al que no pu–
dimos alcanzar porque sobrevino la noche.
Engolfado~
en–
tre los cerros de Gapachica, perdimo...; el camino
y
n os vimos
obligados a pasar la fría noche al pie de un ft roca; sin comi–
da ni fuego, ni más abrigo que nuastros ponchos. Cuando a–
maneció nos encontramos a menos de media legua
d ~l
pue–
blo donde nos dirig-íamos. Allí, nuestro arriero lgna ncio, en
la firme convicción de qne nos
habíamo~
a hog·adu al a t rave–
sar el río de La mpa, se había inca utado de nnestrQs efectos,
y con los arrieros, estaba "borracho eomo un Tord" con
nuestro mejor cognac, hasta media hora antes de amanecer.
El alcoholismo es universal en la Sierra.
No
se desperdicia
nada que pueda fermentar, _en la fabricación de bebidas alco–
hólicas. Casi todo
el
maíz es convertido en chicha; hasta los