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R. CÚNEO - VIDAL
Parece ser que así en América como en Asia, el animal
sa–
gra.do,llámesele león, serpiente, cocodrilo, toro, tortuga o dragón,
tuvo por
'misión
guardar la entrada de los templos en que se
guardaron la momia tutelar, el ídolo, el fetiche, o el símbolo de
un culto determinado.
Se podría afirmar, según esto, que en el antiguo Perú
no
se conoció un culto consagrado propiamente a un animal
vivo
de–
terminado, y que en el culto en
~í
no se desprendió de la momia
tutelar, o del símbolo del cual fué
guardián
el animal sagrado.
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Entre los Protocollaguas, el animal sagrado fué, según aca-
bamos de decir, el
purna,
del cual hubo soberbios ejemplares en
la selva puesta al alcance de Tiahuanaco.
Pomata, nombre de uno de los pueblos de conceptos de las
orillas del lago de 'l1iticaca, en que el Profesor Posnansky cree
ve,r una forma de
Puma-Uta,
o sea de "casa .de león", responde,
según nuestro entender, al concepto de que sus aillos solieron
proporcionar domadore del león a1 culto de los Muertos Sentados
de Tiahuanaco.
Queda en pie, si bien lastimosamente mutilado, el costado
oriental del u hemos llamado hipogeo de los Muertos Sentados
de Tiah-danaco.
Se acostumbra decir que la
teoría
ideal de una construcción
es la
nave invertida,
cuya cúspide remeda una
quilla.
La del hipogeo de Puma Punco nos ha parecido responder
a un concepto opuesto.
Su plataforma, en cuya construcción vemos empleados blo–
ques de cinco metros de largo por dos de ancho y tres de espesor,
nos ha parecido rem.edar
el casco de una nave firniemente enipo–
trada en el terreno.
La yuxtaposición de los tales bloques es cosa tan perfecta,
que costaría trabajo introducir entre uno y otro el filo de un
c.uchillo. .
Antójasenos que se logró tamaña perfección emplieando li–
gaduras de cuero de lobo marino, que fueron materia de tributo
por parte de las comunidades costeñas, al Estado andino.