R. CÚNEO - VlDAL
dásicos de Tiahuanaco a la región de las ruinas famosas, fueron
extraños a la civilización protocollagua.
.
Que los tiahuanacos de nuestros días son
advenedizos
y
1no–
derr11os
en su gran parte, respecto de los propiamente regnícolas
de
la .:.~.~omarca,
lo demuestra el hecho de estar clasificados en
h
anansayas'
arribeños, o dueños originales del terruño, y
1na.asa–
yas,
o p'recisamente
advenedizos.
Segú'.n Bandelier, que estudió la comarca ribereña del Titi–
caca
eon
dotes singularmente felices de observador y de etnólogo,
son
hanansayas
los indios que quedan al Norte de la plaza del
pueblo, y
r/iaasayas
los que quedan al Sur de ella.
Como quiera que sea, poco queda a la vista en nuestros días
de los rasgos fisonómicos de la raza pujante que edificó los mo–
numentos cuyas· ruinas hacen de Tiahuanaco una a m.odo de Te-
"
bas americana.
··
,
De nuestra somera reco:rrida llevada a cabo durante aquella
primera tarde, acamos en limpio que la mitad de las construc–
ciones del pue lo, comenzando por la propia iglesia parroquial
han sidó construidas- a expensas de las venerables rüinas, sacrí–
legamente devastadas.
Aceras, cercos, cimientos, mampuestos, pilastras, zócalos, al–
tares, batanes, chiqueros, tumbas, y cuanto es dado imaginar, pro–
vienen de la inagotable cantera del antiguo gentilismo.
El conjunto de vestigios de la histórica urbe, contemplado
<lesde el campanario de la iglesia acusa, aproximadamente, una
legua de circuito, y su altozano diez metros de elevación sobre el
nivel de la plaza del pueblo.
La hoya cuyo centro 'ocupa el lag-o de Titicaca mide, según
cálculos recientes,
4.000
metros en el Alto de La Paz,
3.919
en
Laja,
3.905
en Tiahuanaco y 3.872 en Guaqui.
Aquella diferencia de 33 metros de altitud, sobre 20 kiló-
1netros de longitud, representa.ría la enorme cubicación perdida
por el Titicaca, por una u otra causa, a estar en lo cierto los que
estiman que la urbe prehistórica fué
puerto,
bien sobre la laguna
madre del Titicaca o bien sobre una laguna superior, natura·! o arti-