26
R. CÚNEO - VIDAL
Un cuadro de horror se presenta, siempre en forma hipoté–
tica, a nuestra imaginación.
Húndese desapiadadamente el terreno, ora bruscamente, ora
por pausas, bajo los pies de una humanidad sobrecogida de
e~panto y condenada a una destrucción inminente.
Por lo que respecta a la Atlántida, desaparecen, tragados por
las olas, los campos, las ciudades, los· testimonios múltiples de una
brillante civilización, no tan lugareña que no se reproduzca .en
su estructura uno q&ie otro rasgo de las civilizaciones africanas
y
asiáticas a que sirvió de
puente
ia Atlántida.
·
La población ribereña métese apresuradamente, a semejanza
del Noé bíblico, en las flotas de balsas de que dispone, a tiempo
la mediterránea, desprovista de aquel medio de salvación, perece
ahogada, revueltas la fauna humana y la fauna inferior, en las
cumbres de los montes, como se observa en las pinturas religiosas
que describen los esterto:r s de la humanidad mosaica aniquilada
por la ira de
J
e'.hová.
En las orillas sudamericanas propiamente dichas, en que con–
tinúa el proceso de :ristalización de sus civilizaciones -primordia–
les, la inmensa catástrofe se manifiesta con caracteres menos se–
veros.
.
.
El terreno húndese por pausas; concediendo, como quien dice,
ba-l'lfta,s de espera
a las humanidades amenazadas de destrucción.
Estas retroceden, !ocas de espanto, a medida que se adelan–
tan las olas embravecidas de una mar
implacabl_e~
Está dicho todo:
1
•
Están dichas,
a la luz de un proceso de razonaniiento,
las cau-
sas
no
morales,
no
sentimentales,
no
metafísicas,
no
ajenas de las
]eyes que intervienen en la mecánica de nuestro globo, que arro–
jaron, como quien dice fuste en mano, de Oriente a Occidente, a
]as razas primordiales americanas, autoras de los primeros cona–
tos de civilización que conoció nuestro continente.
La revuelta ola humana
qu~
intervino en aquella huída· an–
gustiosa, comenzada en un sector amenazado de la costa brasileña